martes, 10 de mayo de 2011

LA FACTURA OLVIDADA

Las tenemos en casa en cualquier parte. Son papeles que a unos asustan y a otros satisfacen. Son las facturas. Muchos se entusiasman en el momento y después quieren esconderse porque les cuesta pagar. Otros viven de las ofertas del momento, “adquiera ahora y pague después. Pero la peor factura de nuestra vida, no es la comercial, sino la factura moral y espiritual.
Son muchos los líderes que juegan con las cosas prohibidas y se olvidan que todo tiene una factura en esta vida. La Biblia nos presenta muchos casos de facturas olvidadas que luego fueron cobradas a hombres y mujeres que tenían una función especial en el pueblo de Dios. Judá es uno de ellos. En Génesis 38 . Judá tenía varios hijos entre ellos Er se casó con Tamar.
Era costumbre que al morir un esposo sin dejar descendencia la esposa del difunto tenía que casarce con el hermano inmediato del difunto. Tamar se casó con Onán , pero él se negó a llevar descendencia y por ello Onan murió. El hermano que seguía era Sela , pero era muy joven y Judá le dijo a Tamar quédate sola hasta que crezca Sela. El tiempo pasó y Judá no cumplió con darle a Tamar su hijo Sela.
Un día Judá, luego de enviudar se encontró con una mujer que parecía prostituta, cubierta con velo. Creyendo que era prostituta, se acercó y le propuso el estar con ella y para ello prometió enviarle un cabrito. Ella, le pidió una prenda mientras el cabrito llegaba y Judá le preguntó que prenda quieres. “Tu sello, tu cordón y tu báculo”.
Veamos el pasaje directamente desde la Biblia:
“ Después de mucho tiempo, murió la esposa de Judá, la hija de Súa. Al concluir el tiempo de duelo, Judá fue al pueblo de Timnat para esquilar sus ovejas. Lo acompañó su amigo Hirá, el adulanita. Cuando Tamar se enteró de que su suegro se dirigía hacia Timnat para esquilar sus ovejas, se quitó el vestido de viuda, se cubrió con un velo para que nadie la reconociera, y se sentó a la entrada del pueblo de Enayin, que está en el camino a Timnat.
Esto lo hizo porque se dio cuenta de que Selá ya tenía edad de casarse y aún no se lo daban a ella por esposo.
Cuando Judá la vio con el rostro cubierto, la tomó por una prostituta. No sabiendo que era su nuera, se acercó a la orilla del camino y le dijo:
—Deja que me acueste contigo.
—¿Qué me das si te digo que sí? —le preguntó ella.
—Te mandaré uno de los cabritos de mi rebaño —respondió Judá.
—Está bien —respondió ella—, pero déjame algo en garantía hasta que me lo mandes.
—¿Qué prenda quieres que te deje? —preguntó Judá.
—Dame tu sello, tu cordón, y el bastón que llevas en la mano —respondió Tamar.
Judá se los entregó, se acostó con ella y la dejó embarazada. Cuando ella se levantó, se fue inmediatamente de allí, se quitó el velo y volvió a ponerse la ropa de viuda.
Más tarde, Judá envió el cabrito por medio de su amigo adulanita, para recuperar las prendas que había dejado con la mujer; pero su amigo no dio con ella. Entonces le preguntó a la gente del lugar:
—¿Dónde está la prostituta​ de Enayin, la que se sentaba junto al camino?
—Aquí nunca ha habido una prostituta así —le contestaron.
El amigo regresó adonde estaba Judá y le dijo:
—No la pude encontrar. Además, la gente del lugar me informó que allí nunca había estado una prostituta como ésa.
—Que se quede con las prendas —replicó Judá—; no es cuestión de que hagamos el ridículo. Pero que quede claro: yo le envié el cabrito, y tú no la encontraste.
Como tres meses después, le informaron a Judá lo siguiente:
—Tu nuera Tamar se ha prostituido, y como resultado de sus andanzas ha quedado embarazada.
—¡Sáquenla y quémenla! —exclamó Judá.
Pero cuando la estaban sacando, ella mandó este mensaje a su suegro: «El dueño de estas prendas fue quien me embarazó. A ver si reconoce usted de quién son este sello, el cordón , y este bastón.»
Judá los reconoció y declaró: «Su conducta es más justa que la mía, pues yo no la di por esposa a mi hijo Selá.» Y no volvió a acostarse con ella.
A Judá se le pasó una factura que él había olvidado. Cada una de las tres cosas eran de gran significado para Judá.
EL SELLO.
Regularmente era un anillo que se llevaba a en la mano o en el cuello y servía para:
UN SELLO AUTORIZAR DOCUMENTOS. Judá comprometió y arriesgó las propiedades y su futuro. Muchos líderes al jugar con el pecado arriesgan su futuro. El futuro está determinado por las decisiones, pecados o éxitos del presente.
UN SELLO REGISTRA AUTENTICIDAD. Cuando jugamos con el pecado comprometemos la autenticidad. La falsedad viene a nuestra vida al no reconocer nuestras caídas y pecados. El sello de la autenticidad se entrega.
UN SELLO INDICA PERTENENCIA. Un sello en las manos de una ramera implicaba que ahora el dueño del sello tenía dueño también. “El que practica el pecado, esclavo es del pecado“. ¿De quién terminamos siendo esclavos?. Indudablemnete de aquello a quién nos entregamos en nuestras bajas pasiones.
UN SELLO EXPRESA REALIDAD..NO TEORÍA. Se compromete la realidad de nuestra vida y terminamos siendo pura teoría cuando jugamos con lo prohibido. Palabras y sólo palabras sin ningún respaldo de una manera clara de vivir.
ESTAMPA UNA IMAGEN. Perder el sello es perder la imagen.
Cuando entregamos el sello, es nuestro juego con el pecado, entregamos la imagen de pureza y santidad. Una imagen que al perderla cuesta tiempo, dolor, lágrimas y esfuerzo recuperarla. Un líder no puede darse el lujo de perder el sello por un momento de placer y unos minutos de éxtasis prohibido.
Judá no sólo entregó el sello, sino que el pasaje en la Biblia dice que entregó el cordón o cinturón. ¿Qué significa el cordón o cinturón?.
EL CORDÓN O CINTURÓN.
EL CINTURÓN ERA UN INSTRUMENTO QUE PERMITIA LLEVAR LA ESPADA- SOSTÉN DEL PODER.
Judá entregó el sostén del poder. Un líder entrega el sostén del poder cuando juega con el pecado. Eso fue lo que entregó Sansón cuando reveló el secreto de su poder a Dalila y allí fracaso. Allí perdió su fuerza. Jugó creyéndose fuerte y en su juego se entregó a la debilidad.
EL CINTURÓN ERA UNA PIEZA USADA PARA MOVERSE CON LIBERTAD.
El cinturón permitía ajustar la túnica y eso facilitaba la libertad de movimiento.El movimiento era indispensable en la guerra y el trabajo.
El Cinturón venía a ser un símbolo de actividad con propósito. Al dejarnos arrastrar por la atracción fatal perdemos el espíritu de la actividad con propósito, elemento fundamental en la vida de un líder.
Entregamos nuestra libertad jugando al pecado y ya no podemos movernos con libertad.
La última cosa que Judá entregó en su descenso pasional fue el báculo o cayado.
EL BÁCULO.
EL BÁCULO ERA UN INSTRUMENTO PARA APOYO, SOSTÉN Y CONSUELO.
Usado con utilidad en los débiles y los ancianos.
Sin el Señor somos débiles, él es nuestra fuerza, pero cuando jugamos con el pecado quedamos sin sostén, y entonces quedamos débiles y desprotegidos.
EL BÁCULO ERA SÍMBOLO DE AUTORIDAD. Judá quedó sin autoridad ante su nuera. Quedamos sin autoridad cuando entregamos el báculo en el juego con el pecado.
EL BÁCULO ERA SÍMBOLO DE DISCERNIMIENTO. Con el báculo el pastor de ovejas examinaba las ovejas y veía si había alguna plaga o enfermedad en su piel y también las contaba. Judá entregó esa instrumento, igual que nosotros entregamos capacidad de discernir cuando jugueteamos con el pecado quedando expuestos a una vida ciega sin la capacidad de ver la necesidad de la gente a quién lideramos.
EL BÁCULO ERA SÍMBOLO DE PROTECCIÓN PERSONAL.
En tiempo de peligro con su báculo no sólo el pastor se protegía también protegía a sus ovejas. Era el instrumento que lanzaba el pastor por el aire para ahuyentar los lobos, osos u otros depredadores .Cuando entrego mi báculo no sólo yo quedo desprotegido sino alguien más queda desprotegido.
EL BÁCULO ERA SÍMBOLO DE GUÍA Y LIBERACIÓN.
El báculo servía para enganchar una oveja por el cuello cuando ella se quería desviar del camino. El báculo servía para liberar una oveja atascada en los espinos. Judá entregó el báculo y él mismo y otros quedaron preso del pecado y de las circunstancias.
A lo largo de la historia de la Iglesia, miles de buenos y útiles siervos han quedado a la orilla del camino avergonzados porque alguien les mostró el sello, el báculo y el cinturón que ellos entregaron en un momento de placer. Cuando ellos creyeron que todo había sido olvidado y que nadie se acordaría o sabría lo sucedido, el enemigo los espero en la inesperada esquina para avergonzarlos en público.
No menospreciemos la hermosa perla del ministerio que nuestro Dios y Príncipe de los Pastores, el Señor Jesús nos ha entregado. Hay muchas ofertas a nuestro alrededor, hay muchas tentaciones y muchos atajos que a la larga, nos traerán no sólo vergüenza y tristeza para nosotros, sino para nuestra familia y para las iglesias.
Que en este día podamos reflexionar y levantarnos con el sello, el cinturón y el báculo en la mano podamos decir: “ Señor, estos preciosos instrumentos me los has dado y no los quiero entregar por un vano, sutil y tenebroso momento de placer”.
Si ya los entregaste, nunca es tarde para recuperarlo, pero que puedas tener paciencia porque las facturas mientras se pagan duelen, pero después alivio de cancelación inundará tu corazón. Tomemos la perla del ministerio, de los dones y del fruto que el Señor nos ha dado y no la soltemos ni por nada, ni por nadie.
“Así que si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra. Huye también de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe , el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” II Tim 2:21,22.
La Advertencia divina siempre llega como un aliciente en medio de nuestro camino y la advertencia divina de hoy es no entregues lo que tanto precio tiene para tu liderazgo. Toma con fuerza en tu mano el sello, el cinturón y báculo y camina con firmeza, pureza, integridad y responsabilidad el resto del camino.

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