Conozco a muchas personas que en medio de sus oraciones, la más frecuente es: "Señor, quiero escuchar tu voz. Permíteme escuchar tu voz". Cada vez que estoy en alguna iglesia ministrando o predicando, enseño que todos nosotros somos candidatos potenciales para escuchar la voz de Dios. Escuchar la voz de Dios no tiene que ver con ser profeta o apóstol, sino con tener una relación íntima con el Señor.
Muchos quieren conocer que deben hacer para que Dios les hable, y ellos puedan escuchar la dulce voz del Maestro. Hubo una persona en la Biblia que ejercía cierto ministerio, pero que no escuchaba aún la voz de Dios. 1 Samuel 3:1 dice: "El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia".
El joven Samuel ministraba a Jehová, pero la palabra profética del Señor escaseaba, y las visiones no se daban con frecuencia. ¿No te ha pasado que en muchos momentos de tu vida, cuando más necesitas una palabra de guía de parte del Señor, no la encuentras? Es decir, quisieras por lo menos tener una visión en la que Dios te mostrara la respuesta de alguna situación, pero ni siquiera consigues eso.
En el tiempo de Samuel no habían visiones ni palabra de Dios con frecuencia. ¿Sabes por qué ocurría esto? 1 Samuel 3:3 dice: "Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada..." Todo esto venía a acontecer porque la lámpara de Dios era apagada. Y tal vez tu pienses: "¿por esa sencillez no había palabra de Dios ni visión en aquel tiempo?". Pues claro que sí.
Levítico 24:1-4 dice que la lámpara puesta delante del tabernáculo se debía encender desde el anochecer hasta la mañana; y que ésto sería una orden para siempre en el templo. Lo grave del caso es que en el tiempo de Samuel, la lámpara de Dios no se mantenía encendida, sino que se dejaba que se apagara de noche. La lámpara de Dios representa Su palabra, su ley, y sus promesas.
¿Qué es lo que quiero decir con ésto? Que Salmos 119:105 dice que "lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino". Muchas personas anhelan que Dios les hable, pero no tienen una relación con la Palabra de Dios. Dejan que la lámpara del Señor se apaguen en sus vidas, y como no mantienen una relación con la Palabra del Señor, entonces la voz de Dios y las visiones escasean en sus vidas.
Tanto el sacerdote Elí, como el joven Samuel no tenían una relación con la ley de Dios, porque si así hubiera sido, habrían leido que la lámpara tenía que arder de manera continua, por siempre. El no tener un acercamiento a la ley de Dios puede costarte el oír su voz, e incluso el hecho de que Dios traiga visiones a tu vida.
Hubo dos ocasiones en que Dios llamó a Samuel, y en vez de responderle al Señor, salía corriendo hacia donde estaba Elí. Y Elí le decia que no lo había llamado, pero esto ocurría por la siguiente razón: 1 Samuel 3:7 "Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada". Samuel no conocía a Dios, ni su palabra le había sido revelada. Pero estamos hablando del mismo Samuel que la Biblia dice que ministraba a Dios. Ojo con esto, no siempre que alguien ministre al Señor, conoce al Señor.
Es lo mismo que no toda persona que cante al Señor, necesariamente adore al Señor. Dice en Isaías que el pueblo de aquel tiempo honraba a Dios con sus labios, pero que en sus corazones estaban apartados de Dios. Muchas veces predicamos, o hablamos lenguas, hasta ministramos y sentimos la presencia de Dios cuando oramos; pero muchas veces no conocemos al Padre como Él desea que lo conozcamos.
Y permíteme decirte algo; y es que si quieres conocer el mover de Dios, el carácter de Dios y la voluntad de Dios, entonces lee la Palabra. Estúdiala y escudríñala. Muchas personas por no conocer la Palabra de Dios, han caído en trampas de Satanás. Recuerdo en una ocasión un muchacho que con mucha sinceridad quería hacer la voluntad de Dios. y él narraba que en su búsqueda de Dios, comenzó a escuchar una voz que lo incitaba a tener relaciones sexuales con una chica. El joven preguntó a aquella voz si estaba bien, y la voz le respondió: "Claro que sí, yo soy "dios" y como eres alguien especial, para ti no es pecado tener relaciones fuera del matrimonio".
Es un caso real, y a éste joven le sucedió eso, porque si hubiera tenido una relación con las Escrituras, habría sabido que esa voz no provenía del Señor, sino de un espíritu del maligno, porque Dios no tienta ni puede ser tentado. Dios nunca te inducirá al pecado, porque Dios es un Dios de santidad, no de pecado. ¿Quieres saber verdaderamente cuando Dios te habla? Pues Dios nunca te dirá que hagas algo contrario a lo que la Biblia dice. Cuando sientas algo en tu corazón, puedes saber si proviene o no del Señor, si va conforme a la Palabra.
Cuando tú dejas de tener contacto con la Biblia, estás apagando en tu vida la lámpara de Dios, exactamente como ocurrió en el caso del joven Samuel y Elí. Antes de que Dios comience a hablar audiblemente a tu vida, o a tu corazón, tiene que venir necesiariamente una intimidad con la Biblia. Cuando Jesús fue tentado en el desierto, sucedió lo siguiente. Mateo 4:3-4 dice: "Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
En otras palabras, Jesús le quiso dejar dicho al diablo: "Oye, Satanás: está escrito en la palabra de Dios, que mi principal alimento es la palabra que sale de la boca de Dios". Primero se conoce la palabra escrita de Dios, y luego se recibe la palabra hablada de Dios. Primero está escrito, luego puedo escucharlo, recibirlo y aplicarlo. ¿Quieres que el Señor te hable? Pasa tiempo con la Palabra escrita de Dios, para que luego se manifieste a tu vida la Palabra hablada del Padre.
Si haces esto, te sucederá lo mismo que pasó con Samuel: 1 Samuel 3:19-21 en la Nueva Versión Internacional declara lo siguiente: "Mientras Samuel crecía, el Señor estuvo con él y confirmó todo lo que le había dicho. Y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, se dio cuenta de que el Señor había confirmado a Samuel como su profeta. Además, el Señor siguió manifestándose en Siló; allí se revelaba a Samuel y le comunicaba su palabra".
Luego de que la palabra de Jehová escaseaba, pasó a ser abundante cuando Samuel se acercó a Dios. La Biblia al Día dice que Dios continuó dándole mensajes a Samuel y él los proclamaba delante del pueblo. Ya no habia escasez de visión ni de palabra, porque el hombre de Dios, Samuel, se adentró en una relación con Dios por medio de la palabra de Jehová.
Si quieres de ahora en adelante que la palabra del Señor fluya a tu vida, ten una relación con la Biblia. Pasa más tiempo leyendo y estudianbo la Palabra. Ora al Señor y pídele que te manifieste la palabra suya. No permitas que en tu vida se apague la lámpara del Señor en ti. En tus manos está que haya un canal de revelación desde el cielo hacia tu corazón.
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