lunes, 6 de diciembre de 2010

Perfumados en Cristo

Juan 12:1-8
podemos ver en lo que hizo María un hermoso ejemplo de lo que Dios espera de cada uno de nosotros. El Señor anhela que nuestro amor y entrega hacia su persona sea total y completa. Ella por encima de todo amaba a Jesús. Y para demostrarlo trajo lo más valioso que poseía y lo gastó todo en su Amado Maestro.
Judas, según el relato de Juan, fue el primero en quejarse por lo que él supuso un despilfarro de dinero. Pero en Marcos y Mateo leemos que algunos otros discípulos también se quejaron, por lo que es muy posible que la queja de Judas contagiara a algún otro. Para Judas un gesto tan lleno de amor como el de María fue un desperdicio. Y como no iba a opinar así si estaba lleno amargura y resentimiento hacia el mismo Jesús y por lógica hacia cualquiera que le manifestara amor. Hermanos amados debemos saber que el enemigo de nuestras almas, antes que nada es enemigo del señor y todo lo que le representa. Por eso también nos criticará a través de personas allegadas con comentarios como ese. Que para que orás, para que leés la Biblia, que para que vas a la Iglesia, para que dar diezmos y ofrendas cuando en realidad el pastor es un vivo que te saca la plata, que para que servís a Dios pudiendo hacer cosas mucho mejores, como por ejemplo salir de juerga, emborracharte, drogarte, acostarte con cuanta mujer, hombre o lo que se sea te ponga en el camino, o “disfrutar” la vida aunque eso implique destruir a la familia. En pocas palabras: Hacer la tuya.
Como bien señala Juan, a Judas para nada le importaba el poder ayudar  los pobres con la venta de aquel perfume, como era el que llevaba la bolsa con las ofrendas sabía bien que si se vendía el perfume y ese dinero llegaba a sus manos podría quedarse con una buena tajada. Era ladrón dice Juan. Así lo llama Jesús al enemigo. Ladrón. Al maligno lo único que le importa es que vos no entregues por completo tu vida a Dios. Y para eso intentará convencerte que inviertas tu vida en múltiples ocupaciones mientras no se trate de rendirte a Dios. No quier que derrames le perfume de tu corazón en El Señor, porque quiere robarte ese perfume. Quiere robarte la salvación, alejarte de tu Dios y dejarte vacío  y sin esperanza.
Jesús reprendió a Judas por la protesta. Aquel perfume había sido preparado para ungirlo tras su muerte. María, en cierta manera, llevó las flores a Jesús antes del funeral. Y aquí hallamos una gran verdad. Algunas cosas las podemos hacer cuando queramos, pero otras no las haremos jamás si desperdiciamos la ocasión que se nos presenta. Sentimos el impulso, el deseo de hacer algo, hermoso, bueno, generoso. Si lo aplazamos, o lo dejamos para mañana, aquella buena intención se retira y no lo haremos nunca. Hay personas que jamás demuestran el amor a los suyos, jamás una palabra de cariño, un te quiero, un beso. ¿Acaso derramar lágrimas ante la tumba de los que ya no están será la misma cosa?
Hermanos, ¿Cuándo le demostraremos al Señor nuestro amor y deseo de agradarle, cuándo nos rendiremos a sus pies en forma total y absoluta, cuándo le serviremos tal cual Él nos manda y espera? Si no lo hacemos ahora, ¿Podremos hacerlo después de la muerte?
Por último vemos que Juan dice en el verso 3 que aquel perfume al entrar en contacto con Jesús llenó de su fragante olor toda la casa y a  todos los que allí estaban. Si el perfume se hubiera mantenido dentro del frasco ¿Acaso hubiera derramado su fragancia? Claro que no. El vaso fue roto por completo y todo el perfume fue derramado sobre Jesús. Hermanos, cuando nuestra “esencia” nuestro espíritu, nuestro ser interior recibe el contacto de la plenitud el Espíritu Santo, es allí cuando nuestra vida se convierte en ese olor fragante que nos habla Pablo en Corintios.
2 Corintios 2:14 y 15 14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor (Fragancia, esencia) de su conocimiento. 15 Porque para Dios somos grato (Agradable) olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden;
Y ya no solo somos “perfumados” por esa presencia divina sino que aquellos que nos rodean recibirán también esa bendición.

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