1. El Nilo convertido en sangre (7:14-25)
El río Nilo era objeto de adoración a través de Hapy, quien fue identificado en origen por los egipcios como la inundación del Nilo.. Bebían sus aguas con deleite y reverencia, y se suponía que tenían misteriosos poderes para sanar enfermedades del cuerpo. Se ofrecían himnos, oraciones e incienso al espíritu del río. Pero ahora, a la voz de Moisés, sus aguas se convirtieron en sangre. No había nada más que aborrecieran más los sacerdotes egipcios que la sangre.
2. La plaga de las ranas (8:1-15)
Estaban por todas partes; en las casas, aun en sus camas, en sus hornos, y en sus artesas.
Uno de los dioses egipcios más adorados era Heki, el dios de las ranas. Si una rana era muerta accidentalmente, el castigo era generalmente la muerte. De manera que estar plagado con una multitud de ranas que no podían matar, y al mismo tiempo saber el peligro que entrañaban, debe haber sido algo terrible.
3. La plaga de los piojos (8:16-19)
Los egipcios consideraban sagrado aun el polvo de su tierra, y verlo convertido en piojos debe haber sido un golpe tremendo a su idolatría. Además, nadie se podía acercar a los altares egipcios si tenían piojos. Los sacerdotes usaban vestidos de lino y rapaban su cabeza y depilaban su cuerpo todos los días para evitar tener insectos. De manera que mientras duró esta plaga nadie podía adorar a sus ídolos,
4. La plaga de las moscas (8: 20-32)
Las moscas eran objeto de reverencia en Egipto, pero fueron su tortura. Sólo Dios podía traer tal manto de moscas que cubrían toda la tierra, y hacer que algunas casas y lugares fueran librados de ellas.
5. La plaga de pestilencia sobre los animales (9:1-7)
Los egipcios tenían grandes rebaños de ganado. Apis, el dios buey, se suponía que habitaba en un buey sagrado, que era adorado en el templo. Cuando moría, toda la ciudad lloraba hasta que el sacerdote encontraba otro con las mismas características. ¿Qué consternación debe haberse producido cuando su buey sagrado y todo su ganado murió delante de sus adoradores!
6. La plaga de los sarpullidos y los tumores (9: 8-12)
Había en Egipto varios altares donde se ofrecían ocasionalmente sacrificios humanos para aplacar a lo que llamaban el Principio maligno. Después que las víctimas eran sacrificadas vivas, sus cenizas eran lanzadas al aire por el sacerdote oficiante para que el mar fuera apartado de los lugares donde caían. Dios ordenó a Moisés y a Aarón tomar puñados de cenizas, desparramarlas al aire, y en vez de venir bendición, como el pueblo idólatra esperaba, sobrevino una grande maldición. Sarpullidos y tumores brotaron del cuerpo de las gentes y de los animales.
7. La plaga del granizo (9: 13-35)
Los rayos y los truenos deben haber sido más terribles en Egipto que en ningún otro lugar, porque las lluvias eran casi desconocidas; las tormentas eran raras, y más aún lo era el granizo. Los egipcios adoraban el fuego y el agua más que todos los demás elementos. Estas supuestas deidades vinieron sobre Egipto con gran terror y poder destructor. Isis y Osiris, los dioses del agua y del fuego, fueron impotentes para proteger a Egipto del fuego y del granizo de Dios.
8. La plaga de langostas (10:1-20)
Las langostas son una de las plagas que más han afligido a la humanidad. Cuando invaden por millones un lugar, ni el fuego, ni el agua las pueden detener. Antes que lleguen, la tierra puede ser un jardín del Edén, pero después que han pasado, todo queda como un desolado desierto. Se suponía que Isis y Serapis defendían la tierra contra la langosta.
9. La plaga de las tinieblas (10:21-29)
Tanto el sol, en lo que concernía a la tierra de Egipto, como Faraón, “el hijo del sol”, entraron en eclipse aquel día fatal. Por tres días hubo tinieblas tan densas, cuya opresión se hacía sentir, que la gente no podía verse unos a los otros, ni salir. Pero los hijos de Israel tuvieron luz en sus moradas.
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