La primera pieza de la armadura que Pablo menciona es el “cinturón de la verdad” (Efesios 6:14).
El cinturón mantiene juntas todas las otras partes de la armadura, de la misma manera que la verdad conecta todas las partes de la vida del creyente. El cinturón permitía que el soldado se moviera libremente y no se enredara en su túnica. El cinturón también era el lugar para enganchar la espada, lo que es indicativo que la palabra (La Espada) se ciñe en la Verdad. Ese cinturón era cardinal porque sostenía todo el uniforme en su posición. La túnica era colocada por dentro de ese cinturón; la espada colgaba del cinturón y la coraza que protegía el tórax también estaba conectada con el cinturón de alguna manera. De tal forma que si el cinturón no estaba bien puesto, había posibilidad de que al soldado no le fuera tan bien en su batalla. En nuestro caso el texto nos llama a ceñirnos la cintura con la verdad. De manera que la verdad es lo que va a sostener toda mi armadura.
El salmo 86:11 dice: “Enséñame, oh Señor, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre”. Un corazón dividido no es un corazón íntegro y si no es un corazón íntegro, esa armadura se me va a caer en la primera batalla que sostenga. Cuando mi corazón tiene alianzas divididas con el reino de las tinieblas y con el reino de la luz, esa persona es considerada por Santiago, el autor del libro que lleva su nombre, una persona de doble ánimo, a quien el mismo Santiago califica de inestable en todos sus caminos. Una persona inestable en su caminar no está lista para guerrear con nadie; fácilmente es empujado al suelo y derribado.
El cinto ha de ceñir nuestros lomos, es decir lo que hay de más íntimo, el hombre interior. Se aplica para fortalecerle. Este cinto es pues figura de la fortaleza, la cual fortaleza se encuentra en la verdad. El cinto, el poder, es la verdad misma.
La verdad se compone de tres cosas inseparables:
1.- El Señor dice: "Yo soy...la verdad" (Juan 14:6); es pues la persona de Jesús.
2.- Dice también: "Santifícalos en tu verdad" (Juan 17:17),
3.- y también: "El Espíritu es la Verdad » (1 Juan 5:6).
Israel estaba ceñido para la marcha. (Éxodo 12:11). Aquí lo estamos para la lucha (Efesios 6:14). El cinto de lino del Sumo Pontífice era una prenda necesaria para el culto (Levítico 16:4). En Lucas 12:35 y ss., los lomos tenían que estar ceñidos para la espera; necesitamos pues la Palabra, que fortalece nuestro hombre interior, para esperar a Cristo. En el mismo capítulo, Lucas 12:37, el cinto es necesario para el servicio. También es necesario para presentar la Palabra a las almas; en efecto, los que llevaban la palabra profética estaban ceñidos de un cinto, o faja ancha (cinturón), de cuero (2 Reyes 1:8; Mateo 3:4). En una palabra, en todos los grandes momentos de la vida cristiana, es menester que estemos en contacto con la Palabra que nos habla de Cristo y nos permite resistir la somnífera influencia del ámbito de Satanás. Notemos bien, vuelvo a repetirlo, que no se trata aquí de una posición, ni de conocimientos, ni de inteligencia, sino del estado práctico de un corazón completamente entregado a Cristo.
La verdad nos presenta un objeto para nuestros afectos. Si tenemos otro cinto que el de la verdad, nuestros afectos van hacia otros objetos, hacia el mundo, hacia las obras del mundo, gastamos nuestro vigor, intelectual o material, en conseguir cosas que en realidad nos separan de Cristo, y perdemos así las únicas bendiciones que necesitamos.De igual manera, nosotros debemos tener mucho cuidado de usar toda nuestra armadura espiritual, y que además, esté en condiciones. Si hay cosas que no están bien con el Padre o con el prójimo, como falta de oración, de arrepentimiento, presencia de resentimientos, enemistades, pecados, etc., la armadura comenzará a presentar “agujeros”.¿Y qué son los “agujeros” que mencionamos? Pueden ser varias cosas: mentiras, engaños de palabra o de formas de vida, prácticas ocultistas aunque sea por ignorancia, no hacer morir nuestros puntos de vista cuando no son los puntos de vista de Dios, excusarnos por pecados y debilidades y decir que son culpa del diablo, etc. Recuerde: Satanás es “padre de mentira”.
Tengamos esto muy en cuenta: si no estamos continuamente en relación con Cristo por su Espíritu y Su Palabra, no podemos estar firmes delante del enemigo. El cinto (o cinturón) representa pues un estado subjetivo del alma.
La Verdad no es un concepto, es una persona: Cristo. Si Él no está, no hay verdad alguna. Como el cinturón debe rodearnos y ser aplicada a toda nuestra vida. Solamente la Verdad nos hará libres y, para eso, debemos morir a nuestras propias verdades. Ya echo el compromiso, colocate la primera pieza, estas listo para la próxima? Dios te bendiga!
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