jueves, 21 de octubre de 2010

¿Porqué la armadura de Dios?

EFESIOS 6 : 10 - 13
"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes".
Introducción
La razón por la cual fracasamos o las cosas no nos salen bien, es como consecuencia de cómo nos vestimos. Cuando no nos pagan, cuando no nos dejan hacer lo que queremos, cuando le esta sucediendo algo a un familiar, cuando las cosas no van bien, nuestra lucha no es contra sangre, ni carne, en otras palabras, el problema no es el jefe que me paga, aquella persona que me maltrata, sino los principados, potestades, gobernadores de las tinieblas y las huestes celestiales. Es allí donde tenemos que batallar.
La armadura de Dios es esa ropa que me voy a poner que me va a mantener firme y en victoria en las batallas diarias de la vida.
PROVERBIOS 20:18 dice: “Afirma tus planes con buenos consejos; entabla el combate con buena estrategia”. En otras palabras, si vamos a ganar, necesitamos prepararnos para ganar y vestirnos apropiadamente para la batalla.
Quiero que consideres que estas ropas espirituales no tienen precio. No se puede pagar nada por ellas, sencillamente no se pueden comprar con dinero.
También es importante que sepas que estas ropas no se ponen de afuera para adentro, sino de adentro para afuera. No es algo externo, sino algo interno, que sucediendo en nuestros corazones, se manifestará en nuestro día a día. En otras palabras, vamos a dedicarnos un tiempo para fortalecernos en el Señor y en el poder de Su fuerza.
Fortaleciéndonos en el Señor
De lo primero que tenemos que darnos cuenta, es que la vida, no es un juego, es una guerra. Esa es la razón por la cual muchas personas caen en depresión, caen en derrota, caen en desanimo, porque vivieron, sin darse cuenta que la vida es una batalla.
Dios nos ha llamado a fortalecernos en el Señor, en otras palabras a ser fuertes. Ser fuertes en el servido, ser fuertes en la familia, ser fuertes en el sufrimiento, ser fuertes cuando las cosas no salen como queremos, pero ser fuertes en el Señor. Vamos a tener que luchar, sacar la espada de Espíritu, presionar, abrir paso, pero lo vamos a hacer y por esto tenemos que estar fuertes.
Pablo sabía esto y por esto escribe a los Efesios para asegurarse que se mantendrán fuertes.
Hemos sido llamados a ganar, hemos nacido para vencer.
Es importante saber que nuestras fuerzas no están en tiempo de recreo, ni en formulas, ni en el dinero, ni en las relaciones, están solo en el Señor. Una y otra vez, cuando más cansado y débil me he encontrado, después de haber estado con el Señor, me he sentido fortalecido.
Tiempos de oración, te fortalecen.
Tiempos de adoración te fortalecen.
Tiempos de alabanza te fortalecen.
Tiempos de Palabra, te fortalecen.
Tiempos de Gozo, me fortalecen.
El poder de Su fuerza.
 Uno de los problemas que tenemos es que para hacer cosas, conquistar y alcanzar nuestros sueños, utilizamos generalmente lo que somos, lo que tenemos y lo que sabemos. Por ejemplo: cuando necesitamos un préstamo bancario, nos ponemos la mejor ropa, nos lavamos, llevamos la mejor sonrisa y nos preparamos el mejor discurso para convencer al gerente del banco que nos merecemos ese dinero para cumplir alguno de nuestros sueños. Te equivocaste, yo no hago las cosas con mi mejor sonrisa, no con mis habilidades, sino con el poder de Su fuerza. En otras palabras, mi medida de fuerza o capacidad, no se mide por lo que tengo, soy o sé, sino, que mi poder se mide basado en el poder de la fuerza de mi Señor Jesús.
Todo lo que a mi me falta lo tiene El.
¿Por qué guerra?
Te has hecho alguna vez la pregunta de ¿Por qué la Biblia esta tan llena de guerras, armas y guerreros?
La Biblia enseña estrategias y que detrás de cada batalla esta la bendición de Dios.
La vida cristiana no es solo recibir a Cristo, tener comunión con Dios y ser llenos del Espíritu Santo. Tenemos enemigos que vencer y batallas que pelear. El pueblo de Israel con Josué, estaban en la tierra de la promesa, pero pasaron años peleando para vivir en la bendición de Dios. Israel sabia que el derecho que tenía era la tierra, pero tenían que poseerla, lo mismo es para nosotros. Dios nos ha llenado de bendiciones y muchos se creen que la bendición, viene por que alguien ore por ti y si algunas bendiciones vienen de esa manera, pero hay muchas que tenemos por las que tenemos que luchar y no sucede en el mundo natural, sino en el espiritual. Los negocios, bendiciones y victorias, suceden en el mundo espiritual, pero necesitamos estar fuertes y apoyados en la fuerza del poder de Cristo.
En Deuteronomio 32:8, dice que desde el principio Dios separó las tierras que le corresponden a su pueblo y lo mismo ha hecho con nosotros, tenemos una gran pelea por delante.
El enemigo esta convencido de que no lo conseguiremos, tenemos que demostrarle que Dios nos lo ha dado ya.
El enemigo peleará por mantener nuestra familia en la perdición, por mantener nuestras vidas en constante derrota, por mantener nuestros sueños congelados y que nuestras bendiciones sean meras ilusiones y contra esto debemos pelear.
En las próximas lecciones vamos a entender contra quien luchamos y vamos a vestirnos de la Armadura de Dios, para ser en esta generación los que manejen y se apropien de la Victoria total en Cristo Jesús.
El Rey no se salva por la multitud del ejercito,
Ni escapa el valiente por la mucha fuerza.
Vano para salvarse es el caballo;
La grandeza de su fuerza a nadie podrá librar. He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen,
Sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la muerte,
Y para darles vida en tiempo de hambre.
Nuestra alma espera a Jehová;
Nuestra ayuda y nuestro escudo es él.
Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón,
Porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros,
Según esperamos en ti.
SALMO 33:16-22

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