Contrario a lo que algunos piensan, el mensaje de la Biblia no es simplemente, “Sea Bueno”, o “Dios te ama”, o “Jesús es nuestro modelo de amor”. El mensaje central de la vida es la salvación en Jesucristo. El hombre es pecador y necesita liberación del pecado y de sus consecuencias. Esa liberación viene a través de Jesucristo.
Podemos explicar el contenido de la Biblia de acuerdo con el tema del Reino de Dios. El Antiguo Testamento comienza con la creación del mundo y el mandato a desarrollar una sociedad que vive conforme a la voluntad de Dios (Génesis 1:28). Podríamos llamar a esta sociedad el Reino de Dios, porque Dios estaría reinando plenamente en ella. No obstante, el pecado destruye la armonía original y corrompe la sociedad, impidiendo el desarrollo del Reino. El Gran Diluvio y la Torre de Babel demuestran la profundidad de esta maldad y la necesidad de salvación.
El resto del Antiguo Testamento nos presenta el Reino de Dios en una forma temporal y provisoria, a través de la nación de Israel. Israel debía ser un ejemplo de lo que Dios quería de toda la sociedad. Pero de nuevo el pecado impidió que esto fuera así. Israel fue una mera sombra del Reino de Dios. Fue como un “ensayo,” por decirlo así, del verdadero Reino Eterno que establecería Jesús.
La historia del Antiguo Testamento destaca la necesidad del Rey Verdadero, Cristo Jesús. El Reino de Dios no pudo ser establecido sin resolver el problema del pecado y sus efectos. El hombre necesita ser reconciliado con Dios y liberado del dominio del pecado, antes de que pueda desarrollar una sociedad que vive de acuerdo con los principios de Dios.
Por esta razón, Jesús vino a vivir una vida perfecta, a morir en la cruz por nuestros pecados, y a resucitar de entre los muertos. Jesús nos salva del pecado y de sus consecuencias, restaurando nuestra relación con Dios y con nuestro prójimo. Cada persona que coloca su fe personalmente en Él comienza a participar en su Reino. Este plan de la salvación es el mensaje central de la Biblia.
Todos los daños causados por la caída del hombre son restaurados en Cristo.
“Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”. (Colosenses 1:19,20)
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