Y vestidos con la coraza de justicia (Efesios 6,14). La segunda pieza de la armadura del cristiano es la coraza de justicia. Si la verdad de Dios, como ha sido revelada en Cristo, constituye el fundamento de la vida y la integridad cristiana, esa vida necesita ser protegida por la coraza de la justicia. Un soldado romano vestía una gran pieza metálica desde el cuello hasta el muslo, para proteger sus órganos vitales del ataque enemigo: algo parecido a los chalecos antibalas de nuestros días. Los órganos vitales quedaban protegidos por la coraza: el esófago (lugar por donde pasa la comida al estómago), la faringe, el corazón y los pulmones.
En otras palabras, el soldado se encontraba bien protegido, porque la coraza rechazaba cualquier golpe. ¿Cuántos desean que los ataques del enemigo reboten sin hacerles daño? Si deseas que esto suceda en tu vida, entonces tienes que mantenerte fiel y puro. En otras palabras, desechar de nuestro corazón todo pensamiento impuro, y desechar de nuestra vida todo pecado; esta es nuestra coraza. Dile al Señor: ¡Necesito que me pongas Tú coraza!.
La vida cristiana está protegida, no por una coraza fabricada con metal, sino por la justicia que tiene su fuente y sus medios en Dios.
Vestirme con la coraza de justicia hoy, es estar delante de la presencia de Dios no condenado sino aceptado y cuando me siento aceptado y creo que según la Palabra estoy aceptado ante su presencia, esto se convierte en una parte de la armadura que es una defensa esencial contra una conciencia acusadora y contra los ataque calumniadores del diablo que hoy podrían llegar a tocarme.
La Palabra de Dios me dice hoy, que al ponerme la coraza de la justicia debo recordar que "Ahora , pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús".
¿Cómo se verá en la vida diaria del cristiano la justicia como una relación correcta con Dios?
Romanos 6:10-16.
Rom 6:10 Porque en cuanto El murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto vive, vive para Dios.
Rom 6:11 Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.
Rom 6:12 Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias;
Rom 6:13 ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Rom 6:14 Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.
Rom 6:15 ¿Entonces qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo!
Rom 6:16 ¿No sabéis que cuando os presentáis a alguno como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?
La justicia, como una relación correcta con Dios, debe conducir a una vida correcta. Es un llamado al discipulado, en el que la vida de la persona es consistente con el carácter de quien lo llamó, con Cristo mismo. Ser justo es ser como Cristo: en obediencia a la Ley de Dios, en rectitud moral, en una vida de integridad y rectitud, en extender el amor de Dios hacia todos.
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