viernes, 26 de marzo de 2010

La Samaritana en el pozo de Jacob

En Juan 4,1-42 Tenemos una Historia maravillosa de nuestro Señor que vale la pena reflexionar un poco sobre ella.
Jesús comienza su ministerio a la sombra de Juan Bautista, bautizando. En realidad, El tiene la delicadeza de no bautizar, sino que lo encomienda a sus discípulos. Surge una polémica en torno a quien bautiza más: El o Juan. Cuando Jesús se entera de eso, decide irse y regresar a Galilea con sus discípulos. El ha tenido la intención de ayudar a Juan, pero ve que esa ayuda puede ser malinterpretada por rivalidad, chismes, etc., así que en vista de que esto puede perjudicar a su primo Juan, deja de hacerlo y escoge afrontar un largo camino de búsqueda: al menos 150 km, en dirección a su casa y a sus discípulos.
Más adelante se encuentra un pozo, el pozo de Jacob, donde El encontró a Raquel (Gn 29,1), donde Eliezer encuentra también una mujer para Isaac (Gn 24,10). El pozo es el lugar donde las personas pueden encontrarse. Un punto de encuentro, porque todos necesitan el agua. La necesidad empuja a las personas a encontrarse y el pozo es un lugar donde las personas pueden satisfacer esta necesidad de encuentro,
ya que el pozo es un hueco que penetra la tierra, es el símbolo de todo lo que el hombre debe hacer para ir más allá de lo superficial. Nos afirma que más allá de la existencia existe la posibilidad de satisfacer la necesidad del hombre, simboliza una relación que va en profundidad, que no se queda en la superficie.
Cuando llega al pozo a mediodía que no hay nadie (para entrar en comunión es necesaria una hora que podemos estar en perfecta comunión a solas) se encuentra con una mujer del pueblo de Samaria y sin más así como El entra en nuestra vida, le pide agua a ella, El desea que le demos agua, el nos elige no nosotros a el ya que él conoce nuestros corazones, ella lleva una necesidad interna y se extraña que un Judío le pida agua ya que los Judíos no le hablaban a ese pueblo por considerarlo inferior.
Observamos que no pide por favor siquiera, pero su ternura dice mucho, le pide de esta manera: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. Pongan cuidado en la sabiduría de estas palabras anteriores!.
Comienza el dialogo con El, así como su asombro, al paso de unos minutos comienza a descubrir que aquella persona es especial por su forma de ser, eso ocurre en nuestra vida al entrar en comunión con El y dejarlo que actué en nosotros, luego Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. en otras palabras el nos envía a evangelizar al mundo, a enseñar su evangelio.
Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.
a los que uno evangeliza, ya no creen después por lo que uno les cuenta sino por lo que ellos se convencen por si mismo.
Dos días después, salió de allí y fue a Galilea. Esta historia es digna de imitar. Vayan, EVANGELICEN SIN MIEDO!! , ahí se cumple OTRO MILAGRO! , Que el mudo habla !!

Que Dios los bendiga.

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