Miren que los envió como ovejas en medio de lobos: sean pues, precavidos como la serpiente, pero sencillos como la paloma.( Mateo 10:16 ).
Esta palabra nos trae mucha sabiduría en su contenido ya que si meditamos un poco, las serpientes son sensibles al calor y movimiento de esta manera difícilmente las encuentras dormidas siempre están listas para cualquier peligro, por otro lado la paloma huye del peligro y se aleja volando rápidamente, una por los aires otra por la tierra.
Que la serpiente es astuta y sabe cuando ataca tiene perspicacia y la paloma es humilde o sea hay que ser inteligentes, para actuar de determinada forma en la vida.
Lo importante es que Jesús sitúa dos actitudes básicas cuando el testimonio del Reino suponga conflicto; prudencia y sencillez. Y lo curioso es que Jesús busca el símbolo de dos animales, la serpiente y la paloma.
Prudencia, sencillez. Inteligencia, humildad. Astucia, limpieza de corazón. Dos actitudes necesarias y complementarias a la vez. Actitudes personalizadas por Jesús y utilizadas de modo cotidiano cuando escribas y fariseos se empeñaban una y otra vez en ponerle a prueba, incluso cuando estuvo en el proceso de muerte.
¿Cuándo se nos impone ser prudentes y sencillos?, cuando nuestra vida se vaya convirtiendo en testimonio bienaventurado del Reinado de Dios y sin duda eso nos empuje al conflicto con el mundo. Entonces precisaremos de la astucia suficiente para hacer ver que la propuesta de Dios Padre es el Amor y que va por el camino de colocar al pobre y marginado en el centro de nuestra existencia, y precisaremos de sencillez ya que lo que no pueda ser dicho desde la humildad de sabernos siervos del reino está condenado a tentarnos una y otra vez apartándonos de nuestra misión.
Sencillez, supone rechazar lo complejo y los complejos en la vivencia cotidiana del reino de Dios. Supone abajamiento y desnudez de todo el entramado racional que nos impide seguir a Jesús hasta el final despojamiento de todo aquello que implica lastre para dejar que nuestro corazón sea propiedad de los pobres, sacramento vivo y auténtico de Dios. Sencillez es la utopía hecha vida en el día a día.
Astucia, implica que sabemos escuchar, que sabemos movernos con calma por los caminos de nuestra sociedad, que no nos importa ver las cosas desde otro lugar, desde otra perspectiva. Supone que aunque el polvo del camino nos de en el vientre seguimos siendo capaces de ir hacia delante y que en medio de esta astucia es la sencillez la que va a reinar en nuestro corazón. Astucia es a la sencillez lo que el realismo a la utopía; un gran apoyo o un gran obstáculo.
El anuncio del reino supone camino hacia la cruz y ese camino debe ser recorrido con la prudencia con la que tantos y tantos mártires ya lo han hecho. Pero también debemos recorrer este camino con la sencillez de sabernos hijos confiados en la promesa de la resurrección.
Las cosas sencillas siempre traen grandes lecciones para nuestra vida. En la simplicidad está la verdadera belleza real, pues Dios es simple.
Actualmente vivimos en un mundo que cuando nos gusta las cosas simples parecen tener sentido de inferioridad, pero es lo contrario, cuanto más simples son las cosas, más profundos y hermoso son ellas y más felices vamos a ser.
Vamos a pedirle hoy a Jesús la gracia para ser hombres y mujeres simples, como los niños, para reflexionar la belleza de aquellos que eligen vivir la simplicidad de Dios.
“El reino de los cielos es para aquellos que se asemejan como los niños” ( Mt 19, 14 )
No hay comentarios:
Publicar un comentario