Hay ocasiones en las que desafortunadamente no se quiere seguir con el curso natural de la vida y se opta por una “solución” drástica, pero rápida y práctica: la muerte voluntaria.
En todo el mundo se suicidan cada día alrededor de 2.700 personas y más de 50.000 se quedan en el intento, tal como se desprende de las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud.
La misma organización calcula que dentro de diez años el número de suicidios habrá aumentando en un 50% a nivel mundial.
Poniendo como ejemplo a España, los datos más recientes del 2008 muestran la funesta estadística del título: 77’4% de las muertes voluntarias del país (3.457 en total) corresponden al género masculino.
Estos datos también se pueden extrapolar a toda Europa de forma aproximada.
¿Dónde radica la causa de esa estadística? No tiene respuesta fácil ya que son muchos los factores que pueden intervenir a la hora de tomar decisiones tan drásticas, hecho por el cual varios expertos llevan tiempo intentando dar una contestación fiable.
Se cree que esta desproporción suicida entre ambos sexos se podría deber a características genéticas y biológicas.
Por norma general, los hombres son más resolutivos y orgullosos, frente a la poca resolución e indecisión femenina en estos casos. Es por esto que, cuando un hombre trata de quitarse la vida, elige un método mortífero y fiable, como el ahorcamiento o la utilización de armas de fuego, mientras que las mujeres escogen otros métodos como el sobre-uso de medicamentos intencionado.
Comprobado esto, fácilmente deducimos que las mujeres fracasan en el intento mucho más que los hombres, ya que en realidad se sabe que las mujeres intentan quitarse la vida tres veces más que los hombres.
Obviamente, de esta última conclusión no debemos deducir erróneamente que las mujeres quieren llamar más la atención; simplemente intentan quitarse la vida pero en muchos casos no lo consiguen.
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