WASHINGTON.- Dos años después de que la quiebra del banco Lehman Brothers oficializara el comienzo de la peor crisis desde la década del 30 del siglo pasado hay un respiro de alivio: el cataclismo no se tragó los cimientos de la economía. Pero el consuelo no es total.
Pese a los esfuerzos individuales de países o los que ensayaron entidades como el G-20 o el FMI con su mea culpa, la ralentización en la recuperación instaló en las últimas semanas el temor de una nueva o una "doble" recesión (el llamado "efecto W").
"Es lo que se llama una double dip o recesión de segunda vuelta, que define una etapa de caída seguida por una leve recuperación y luego una nueva recesión", explicó a La Nacion Andrew Clair, de la Universidad de Pittsburgh. "Y sería francamente malo", añadió. Muchos creen que ese escenario es probable.
"Hay riesgo de que Estados Unidos, Japón y países europeos enfrenten una nueva recesión", vaticinó Nouriel Roubini, el economista de la Universidad de Nueva York que ganó celebridad por haber previsto el estallido de hace dos años, mientras sus colegas miraban otro canal y celebraban el boom .
En cambio, Edwin Truman, del Peterson Institute of International Economics, apostó por un "crecimiento moderado" que auxilie la temida doble caída.
Entre ambos extremos, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz entró en debate con la perspectiva de las cosas cotidianas. "Se discute si la economía global entra o no en una nueva recesión. Pero para los trabajadores o la gente común, hay poca diferencia entre un crecimiento o una baja de un cuarto de punto porcentual", advirtió en un reciente foro europeo.
"Lo que en realidad importa es si el crecimiento será fuerte como para reducir el alto desempleo en Estados Unidos o en Europa", subrayó Stiglitz. Y ésa parece ser la pregunta del millón en estos días.
La respuesta, hasta ahora, es tristemente negativa. La lenta recuperación de la que se habla -y que confirmaron el FMI y el titular de la Reserva Federal, Ben Bernanke- no se traduce en creación de trabajo, con los efectos que eso tiene en la sociedad, como dinamizadora de la economía.
Sólo en Estados Unidos hay 15 millones de personas buscando trabajo, lo que representa un índice de desempleo del 9,6%, de los más altos en los últimos 20 años. Pero es España la que tiene el peor registro del mundo desarrollado, superior al 20%. "Mientras no haya creación de empleo, difícilmente se pueda hablar de recuperación sin generar irritación", insistió Stiglitz.
La afirmación confirma que, aún sin una doble recesión y a dos años de su estallido, los efectos más adversos del terremoto financiero siguen a la vista. La pregunta es cuánto más durará esa agonía.
El crédito no arranca, pese a las "pruebas de estrés" que soportaron los sistemas financieros de Estados Unidos y Europa. Y la desconfianza -con su secuela de desempleo y ajuste- campea con las particularidades de cada caso. "El terremoto tuvo efectos dispersos por países", previno Clair.
De hecho, el esfuerzo "coordinador" del G-20 choca contra el "respeto a políticas individuales" que suele profesar.
En términos generales, Estados Unidos, Japón y el bloque europeo sufrieron de lleno el impacto, mientras que los grandes emergentes -China, Brasil y la India- obraron como opciones de oro para inversores en un mundo confuso (ver nota aparte).
En teoría, ellas están mejor posicionadas. Pero también eso es relativo porque, por caso, la poderosa industria manufacturera china necesitará del mercado occidental para colocar sus exportaciones. "Y si éste no se recupera, no habrá modo", subrayó Clair, para quien "la paradoja de la crisis es que ratifica que la economía está globalizada, aún con la particularidad de cada individualidad".
Y también el "éxito" brasileño obliga al gobierno de Lula da Silva a luchar contra la apreciación del real, empujado por el entusiasmo inversor por su economía.
¿Qué esperar para el futuro? "La recuperación es dolorosamente lenta", admitió Barack Obama. Incomprendido en su gestión económica -según Gallup, en eso sólo lo respaldan cuatro de cada diez norteamericanos- se jacta de haber "impedido que la economía cayera por la cornisa".
En 20 meses de gestión evitó la quiebra de gigantes industriales y financieros, inyectó un estímulo por 800.000 millones de dólares, se ocupó de temas sociales y produjo la reforma financiera, si bien aún depende de las nuevas instancias de supervisión que instituyó.
"Hace falta más estímulo", clamó Paul Krugman. También laureado con el Nobel de Economía, lamentó que la dirigencia política no sea capaz de verlo y se encamine a "repetir los errores del pasado" con el clamor de ajuste del que aquí hablan los republicanos y que, del otro lado del océano, se pontifica en el bloque europeo.
En efecto, frente a las políticas europeas de contención del gasto -en países donde el mercado los exigió, como Grecia y España, y en casos distintos como Alemania- Estados Unidos y Japón siguen creyendo en la inversión pública para superar la crisis.
"Hacen bien. Creer que lo prioritario son los mercados cuando el crecimiento no basta para crear empleo es olvidar la historia. Tanto Japón como Estados Unidos tienen deudas públicas elevadas, pero nadie sospecha de su solvencia", dijo Clair.
"El camino del ajuste es un error", afirmó Stiglitz, que descalificó al "coro de expertos, muchos de ellos, responsables de esta crisis, que insisten en eso", dijo, en velado reproche al FMI. "Es el aumento del gasto público, más que las medidas de austeridad, las que pueden ayudar a salir de la recesión."
Justo en sentido contrario se acaba de pronunciar el Foro Ambrosetti, el tradicional encuentro sobre cuestiones económicas y de política internacional que todos los años delibera cerca de Roma.
Según recogió LA NACION, la mayoría de los economistas congregados coincidieron en que "se agotaron o se están agotando" buena parte de los "estímulos" aplicados. Y que ahora los problemas de fondo vuelven.
El sentido común, sin embargo, lleva a cuestionar hasta qué punto puede recuperarse una economía sin la confianza de su gente. "Dos de cada tres norteamericanos creen que el país entró ya en doble recesión", reveló la consultora StrategyOne. Su hallazgo coincidió con otros similares.
En forma paralela, Pew -la encuestadora más citada en este país- registró que el 62% de los norteamericanos "recortó el gasto". "¿Cómo empujar la economía si la gente no se anima a gastar?", sintetizó Clair.
A la hora de pedir prudencia en los pronósticos, no pocos subrayan "errores de percepción" atribuidos al ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan. "El dijo que esta crisis sería pasajera", recordó, días atrás, la cadena CNN. Hoy, en todo caso, los pronósticos más negativos se develarán en poco tiempo. Por caso, el pesimista Roubini, que vaticina una recaída, dice que, de ocurrir, ocurrirá en no más de 12 meses. Será agonía, pero, en todo caso, a plazo fijo.
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