“Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria”
1 Corintios 2:7
Ningún profeta pudo ver el misterio de la iglesia de Cristo. Todos vieron en una sola perspectiva los acontecimientos futuros y las cimas de los montes, pero ninguno de ellos pudo observar lo que ocurriría en los valles. Es ahí donde se detienen las 70 semanas de la que habló el profeta Daniel. Es ahí donde nadie podía entender que El Mesías moría en una cruz. Es ahí donde nace la esposa del Cordero de Dios. Es ahí donde germina el fruto de la aflicción del alma de nuestro Señor Jesucristo.
¿ Que cara habrán puesto los discípulos cuando Cristo les habló que fundaría su iglesia? (Mateo 16:18) Claro, ellos eran judío, esperaban al libertador, El Mesías prometido y la restauración definitiva del reino de Israel. Aunque Pedro fue el que dijo la gran confesión y fundamento de la iglesia: “Tu eres el Cristo, el hijo del Dios viviente” , sin duda, no entendía nada de lo que pasaba. Fue el mismo que mas tarde que le decía a Jesús que no fuera a Jerusalén para “salvaguardar” su vida (Mateo 16:22)
La iglesia era un misterio. Así como dice el texto que encabeza este tema, es la sabiduría oculta que jamás habría manado de un corazón de hombre.
Israel que corría tras una ley de justicia no la alcanzó, pero nosotros, que no éramos pueblo ni corríamos tras una ley de justicia, la alcanzamos ¿Por qué? Solo por la fe en Jesucristo, por su amor y su gracia.
Muchos años mas tarde de la partida del Señor Jesús, a un rabino perseguidor de la iglesia llamado Saulo de Tarso, que más tarde es conocido como Pablo, le fue dada la gracia de recibir la revelación de este misterio de La Iglesia y de la relación que ella tenía con Su Señor. Es la esposa de Cristo. Es su amada, con la cual anhela estar y es mas, dio su vida para que eso fuera así.
Amados hermanos, somos parte de este misterio que estuvo oculto por los siglos de los siglos. Somos parte de este glorioso cuerpo de Cristo llamado La iglesia; los sacados fuera, los santos, los apartados y preservados por la gracia de Dios. Somos Su esposa ¿es poca cosa aquello? Por tanto:
“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado” ( Apocalipsis 19:7) ¡Aleluya!
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