viernes, 9 de abril de 2010

Día de gozo

Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él.


Salmo118: 24

Puede ser que este sea un texto desconcertante, porque no se refiere al día de reposo del Señor. Entonces, ¿qué pasa los días cuando nos golpean el pesar, la tristeza y el fracaso, cuando la tragedia consume entre llamas la esperanza, cuando no puedes salir de tu lecho de enfermo o no te puedes levantar de la silla de ruedas? ¿También son días del Señor? ¿También los hizo Jehová?
¿Qué de aquellos días cuando acaba de cerrarse la tumba en el cementerio y te marchas con el corazón destrozado a tu casa vacía? ¿Y cuando tienes la carta de despido en su mano? ¿Y cuando la persona amada se ausentó para no volver y te sientes engañado?
¿Qué tiene de bueno ese día de amargura? ¿Es ese, acaso, el día del Señor? Como humanos tendemos a pensar que los "días del Señor" son aquellos en que obtenemos el aumento de salario que necesitamos y que merecemos, cuando uno de nuestros hijos acaba sus estudios, o cuando salimos con la familia a unas merecidas vacaciones.
Sin embargo, la fórmula del salmista, «este es el día», incluye todos los días, estemos enfermos o sanos, nos elogien o nos insulten, estemos animados o deprimidos. Porque los días de adversidad son también días de oportunidad. Precisamente cuando cruzamos el valle de sombra de muerte, más claramente sentimos la protección y la bendición del Señor. Quizá la siguiente historia de la vida real nos enseñe a gozarnos en el día que hizo el Señor.
Al salir del culto, un hermano fue asaltado. Los malhechores le robaron su dinero y le asestaron una puñalada en el estómago. Varios días después del incidente, aquel hermano, que debería haber estado deprimido, dicia: «Si no hubiese yo asistido a la iglesia ese día de oración y testimonio, me habrían matado». Aquel episodio fue usado por Dios para probar la fe de su siervo fiel. Dios permitió aquel día, aquellas horas, de sombra, de dolor y casi de muerte. Él conocía los detalles de aquel momento doloroso. El Señor vigila a los suyos, siempre, para darles su protección.
Cada pequeño instante de nuestra vida es fabricado en los talleres eternos de Dios. La suma de esos momentos conforma cada día de la existencia. Soportemos la prueba del día triste con la confianza puesta en Dios, y celebremos agradecidos el día de la felicidad. Como dice el salmista, «nos gozaremos y alegraremos en él».

Que Dios te bendiga,

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