viernes, 23 de abril de 2010

Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.Eclesiastes 7: 3

Conviene que meditemos en el versículo de hoy, pues una lectura rápida y superficial de este texto puede dejar perplejo y confundido al lector. Llana y sencillamente dice que hay ocasiones en que lo malo es mejor. Asegura que «el luto es mejor que el banquete» y que «el pesar es mejor que la risa». ¿Cómo puede ser eso verdad? El ser humano rechaza el dolor y busca el placer. Desea la alegría por encima de la tristeza. La risa le es más placentera que el llanto. ¿Cuándo lo malo es mejor?

Allie Miller fue un hombre de negocios, y también el fundador de la Church's Tape Library. Tenía sesenta años de edad cuando murió de un cáncer de próstata. Poco antes dijo que lo más grande que le había sucedido después de conocer a Jesús fue el cáncer. Cuando se le preguntó cómo podía ser tal cosa verdad, contestó: «El cáncer fue el asunto que finalmente puso todas las cosas en perspectiva. Conocí a Jesús y lo acepté como mi Salvador. Sin embargo, nunca comprometí de verdad mi vida con las cosas eternas hasta que Dios me mostró que me acercaba a la muerte de forma inexorable». Y continuó: «Cuando usted tiene una muerte anunciada, no tiene que tomarlo por fe. Usted sabe que va a morir».

Allie comenzó a servir a Cristo porque sabía que cada día era un paso más hacia la muerte. Por eso, según su apreciación, podía decir que lo más grande que le había sucedido después de aceptar a Cristo era la cita con la muerte que Dios le hizo por medio del cáncer. Las pruebas siempre tienen un propósito benéfico. Las pruebas lo purifican a uno. Las pruebas te muestran lo que eres. Lo que sale de tu mente y de tu corazón cuando eres golpeado muestra lo que eres realmente. La prueba te perfecciona. La prueba te hace orar. La prueba te hace acudir a la Palabra de Dios. La prueba te hace confiar. La prueba hace que todo lo que escuchas en la iglesia llegue a ser real. La prueba te hace ir a Cristo. Deja que la prueba haga su obra perfecta. Déjate perfeccionar por las pruebas y las aflicciones, como Jesús de Nazaret: «Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció, aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen» (Heb. 5: 7-9).

Que Dios te bendiga,

No hay comentarios: