El apóstol Pablo escribió estas palabras en la cárcel, quizá en vísperas de su ejecución. Se sentía muy feliz de finalizar su carrera. ¿Cuál era esa carrera? La carrera de la vida cristiana, por supuesto. El tiempo que Dios le había dado para vivir, para servir, para cumplir el ministerio al cual había sido llamado. No era perfecto, como él mismo lo reconoció. Pero la gracia de Dios fue suficiente para darle la seguridad de que era acepto «en el Amado». Experimentó el gozo porque, a pesar de todas las dificultades y pruebas que tuvo que soportar, no se rindió; lucho hasta el final, hizo lo mejor que pudo para cumplir la tarea que le había sido asignada.
¿Podrás tú, podré yo, podremos todos decir, como el apóstol Pablo, «He acabado la carrera»? «¿Cuál es mi carrera?», te preguntarás. Tu carrera es la consecución de todo aquello para lo cual Dios te dotó de dones y talentos. Tu carrera podría ser la de ser padre o madre para cuidar y formar a tus hijos. Dios te llama a ponerlo todo de tu parte para la consecución de esa vocación. Cuando llegue el momento en que tus hijos se alejen de ti para vivir de manera independiente, ¿dirás que terminó tu carrera con gozo porque los diste todo de ti, haciendo lo mejor para ellos? ¿Podrás decir: «Terminé mi carrera y me siento satisfecho»? Quizá tu carrera, además de la carrera regular de la vida, sea hablar con otras personas sobre el camino de la vida y ayudarlas en sus necesidades, dándoles una mano de auxilio para aliviar sus cargas. Cualquiera que sea tu carrera, procura terminarla con el gozo del éxito en Cristo.
Todo lo que Dios te ha ordenado hacer, debes hacerlo como para el Señor. Eres siervo o sierva de Dios, su propiedad adquirida. Por esa razón debes dar lo mejor de ti para terminar la carrera con gozo. No pienses que tus errores te impedirán la victoria en la carrera de la vida y la vocación. Si eres acusado injustamente o has cometido errores que concitan críticas malintencionadas, recuerda que ninguno de los héroes de la Biblia fue intachable. Cometieron errores, pero se aferraron a la gracia de Dios y todos ellos murieron, como el apóstol Pablo, gozosos de terminar su carrera.
Decide hoy no dejarte llevar por tus sentimientos. No renuncies a tu fe. También tú podrás terminar tu carrera con gozo. Termina bien tu carrera. No te rindas, porque el fin es mejor que el principio.
Que Dios te bendiga,
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