viernes, 9 de abril de 2010

Piensa en soluciones, no en problemas!

Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: «Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres,



para que haya nacido ciego?» Respondió Jesús: «No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él».


Juan 9: 1-3

Todavía recordamos la tragedia que Honduras, mi pueblo natal,  fué atacada por el terrible huracán Mitch. El dolor y las lágrimas no se pueden contabilizar. El índice de muertos fue muy elevado. Pero, a riesgo de parecer insensible ante la tragedia, quiero decir, a manera de ilustración, que aquel fenómeno no discriminó en absoluto. Desde niños recién nacidos hasta ancianos quedaron sepultados bajo los derrumbes, o fueron arrastrados por las corrientes de los enfurecidos ríos. Suponiendo que en Centroamérica, como en todas partes, haya personas sumamente buenas y personas sumamente malas, todas sufrieron la misma suerte ante aquel terrible huracán.
¿Fue el pecado de los malos el que desencadenó el fenómeno? Si fue así, ¿por qué los buenos también sufrieron? No, Dios no castiga el pecado ahora. Eso lo hará después. El huracán Mitch fue producto del desquicio de la naturaleza producido por el pecado. Pero también fue una prueba, una línea divisoria para las víctimas de la adversidad. Separó a los que maldijeron a Dios por sus sufrimientos de los que bendijeron a Dios por su supervivencia.
Cuando los discípulos de Jesús vieron al ciego, su reacción fue típica de aquellos días. Creían que estaba pagando una deuda por sus pecados o los de sus padres. Esta era la cosmovisión de aquel entonces: Las cosas buenas les suceden a los que practican el bien, y las malas a los que andan en caminos perversos.

Las mismas preguntas nos inquietan hoy. ¿Por qué sufren los buenos? ¿Por qué a los malos les va bien? La pregunta es tan antigua como Job. Y nuestras reacciones también. ¿Había nacido ciego aquel infeliz para que Jesús mostrara su poder? La respuesta es un «No» rotundo. El Maestro usó el caso para enseñar que él puede tomar cualquier situación adversa y transformarla en una bendición. El ciego fue sanado porque creía que Dios era justo y perdonador. También quería enseñar que Dios puede tomar cualquier cosa: el barro, la saliva, la adversidad, y convertirlas en bendición.

¿Tienes problemas financieros, matrimoniales, de drogadicción? ¿Ves el mismo problema en otros? Nunca pienses que es a causa de tus pecados o del de los demás. Dios quiere mostrar que puede tomar cualquier problema, cualquier sufrimiento, y convertirlos en bendiciones. No te fijes en los problemas, sino en las soluciones de Dios.

Así también Honduras, fue azotada con el terremoto de 7.2 grados de la escala, como también por el cambio de gobierno. En estos dos casos , como el anterior se vio la bondad y grandeza de nuestro Señor para nuestro pueblo, ya queÉl nos trato como las águilas y nos cubrio con sus Alas a como lo hace ella con sus aguiluchos.

Alabado seas Mi Señor!

Bendita tu gloria por siempre!

Que Dios te bendiga,

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