La figura de Jesucristo es una de las más controvertibles de la historia de la humanidad. Algunos han dedicado sus vidas tratando de probar que nunca existió, pues no tienen evidencia material para comprobar la misma. No es que no haya evidencia sino que ellos no aceptan la evidencia existente.
El ser humano no hay cómo entenderlo. Recuerdo cuando era estudiante universitario cuando escuchaba a los profesores hablar con tanta seguridad de que somos producto de la evolución sin contar con evidencia suficiente para sostener la misma. La historia narrada es de 6000 años y no de billones de años.
Es curioso que hablen del ser humano que existió hace millones de años sin pruebas algunas, que hubo una explosión que originó al Universo, que hace 65 millones de años los dinosaurios desaparecieron por un impacto de un meteoro, pero no pueden ni siquiera decir en qué lugar exacto cayó ese meteoro, un meteoro que causó tantos daños en la tierra se supone que haya provocado un enorme impacto sobre la superficie de la tierra.
Pero aun sin tener toda la evidencia hablan de esos sucesos como algo real, ni siquiera lo ponen en duda. Ahora cuando se trata de algo sobre la Biblia, entonces quieren tener a la mano toda la evidencia para creer. Afirman con certeza lo que acurrió hace millones de años pero no creen en lo que se narra en la Biblia que apenas tiene 6000 años.
Son como el apóstol Tomás. Este no solamente quería ver a Jesús, sino que debería tocar sus heridas para creer. Así que no es algo nuevo.
Otros, muchos cristianos, creen en la Biblia y esperan que la ciencia traiga evidencia para sostener lo dicho por Dios. Es absurdo creer en Dios y dudar que todo cuanto está escrito es la verdad de Dios.
Muchos quieren creer cuando vean el arca del pacto, cuando encuentren el arca de Noé completa, cuando escuentren la cruz donde fue Cristo crucificado o cuando encuentre una biografía de Cristo firmada por Caifás y los sacerdotes y que tenga el sello del emperador romano y la firma de Pilato dando testimonio de que realmente Jesús existió como dice la Biblia.
Escuchaba a estos profesores hablando de los tiempos de los glaciares y de la evolución y sentía pena por todos aquéllos que eran víctimas de estos pobres ignorantes que todavía piensan que el único medio para encontrar la verdad es el método científico o el razonamiento lógico. La verdad para ellos tiene que ser sensorial, el conocimiento verdadero se obtiene a través de los sentidos, algo ilógico, pues todos sabemos lo engañosos que son los sentidos.
Ellos no piensan, por ejemplo, que no hay evidencia contundente del arca de Noé, pues es posible que Noé y sus hijos pudieron haber utilizado la madera de la misma para construir sus viviendas, para cocinar, para calentarse. En fin, es más lógico pensar que el arca no aparece completa, pues fue utilizada para construir y para combustible. El hecho que hoy no haya tanta evidencia visual, no significa que no existieron, que la narración bíblica no es cierta. De cuántas cosas se habla en las universidades de que existieron y no hay nada para probar la veracidad, ¿a cuántos escritores se le asignan obras, que supuestamente ellos escribieron, pero no hay evidencia? ¿Cuánto se especula para explicar la desaparición de los indios de América?¿los mayas, los aztecas, los incas?
Así que podemos dar por cierto eventos de la humanidad que apenas tenemos evidencias, pero no podemos validar las narraciones bíblicas por falta de pruebas.¡Por Dios!
Hoy los estudiosos quieren tener hasta el martillo que usaba Cristo cuando ayudaba a su padre, quieren tener a la mano, la dirección y el número del pesebre donde nació, quieren saber los nombres , seguro social de sus hermanos, quieren saber dónde los judíos guardaron la cruz en la cual fue crucificado, quieren saber cuánto detalle sea para creer que ciertamente Jesús existió.
Estos pobres ignorantes no saben, que sería muy difícil que los judíos valorizaran todas las cosas asociadas a Cristo. Si Jesús hubiera sido aceptado por los judíos de su tiempo, les aseguro que tendríamos en un museo hoy: la cruz donde fue sacrificado, los clavos, el manto que le pudieron, el letrero, la corona de espina, el látigo con el cual fue azotado, la ropa que usaba cuando murió, la lanza que le cortó el costado. Les aseguro que si Jesús hubiera sido aceptado ellos hubieran valorizado hasta las sandalias, hubieran convertido la cosa donde vivía con sus padre en un museo, en un lugar sagrado como era la costumbre, como hicieron con el pozo de Jacob.
Pero los judíos odiaron a Jesús, no querían ni escuchar su nombre, así que pienso que en vez de conservar toda la evidencia que los hombres de ciencia quieren ver para creer, los judíos la desaparecieron.
Ellos no querían que se volviera a hablar de Cristo en Jerusalén ni en ninguna parte. Cuando los discípulos comenzaron a decir que Jesús había resucitado fueron amenazados de muerte y echados a la cárcel. Así que los judíos sólo desean olvidar a aquel hombre que les había causado tantos problemas.
¿Acaso eso no es lo que todavía hacemos?¿Acaso cuando cae un dictador lo primero que hacemos es destruir todo lo que lo representa, lo que simboliza?¿Cuántas veces se han destruidos los símbolos religiosos cuando entra un gobierno ateo? No es nada nuevo destruir y hacer desaparecer cualquier documento relacionado con esas figuras.¿Acaso el cura amigo de don Quijote no destruyó todos los libros del pobre loco?
¿Acaso no se derribaron todos los monumentos y estatuas relacionados con Sadam?¿Qué ustedes esperaban de los judíos, que le levantaran una estatua al hombre que les provocó a ira, que cuestionó su religiosidad?
Lo primero que hicieron los judíos al enterarse de que el cuerpo de Cristo no estaba en la tumba fue comprar a los guardias para que dijeran que los apóstoles se habían robado el cuerpo. Ellos se encargaron de escribir documentos que fueron esparcidos por toda Jerusalén de que el cuerpo del Señor había sido robado, pero nunca presentaron evidencia.
Jesús tenía muchos enemigos entre los fariseos y saduceos, entre las autoridades religiosas de su tiempo, entre los escribas. Juan mismo dice que se podrían escribir muchos libros sobre Jesús.
Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habían de escribir. Amen
Juan 21: 24-25
Es un error pensar que por qué se encuentre un documento del tiempo de Cristo deba ser considerado el contenido del mismo una verdad. Muchas mentiras se dijeron de Cristo, muchas mentiras se escribieron sobre él. El hecho de que un escrito se encuentre y que diga que es del tiempo del Señor eso de por sí no es evidencia de que lo que dice tal escrito es cierto.
Jezabel escribió una carta en la cual le levantó una calumnia a Nabot. El documento llevaba el sello del rey Acab. Nabot fue asesinado. Ahora, si la Biblia no dijera eso, que fue una mentira de Jezabel, si ese documento se hubiera encontrado hoy, de seguro que íbamos a creer las mentiras de Jezabel. No mis hermanos, no podemos ser ingenuos. Mañana puede aparecer un pergamino escrito por un enemigo de Jesús levantando calumnias y narrando una mentira y no vamos a creer en ello por el simple hecho de que se escribió en ese tiempo.
Hoy la arqueología se afana por encontrar evidencia de la existencia de Jesús. El mundo necesita ver la evidencia, como Tomás necesitaba ver el cuerpo de Cristo y meter sus manos en sus heridas. Pero esto no se trata de evidencia material, esto se trata de creer por fe que la Biblia es la palabra de Dios y que todo cuanto en ella se dice es verdad.
Los científicos deben probar que las Sagradas Escrituras son un fraude, deben probar que Jesús no existió, no somos nosotros los que tenemos que probar nada. La verdad no necesita ser probada, sino creída.
Son los científicos los que deben probar que no existe un Tercer Cielo, son los científicos quienes tienen que decir de dónde salieron los elementos de la "gran explosión" que dió origen al Universo, son los científicos los que deben probar por qué las jirafas, las ballenas, los elefantes de enorme tamaño no desaparecieron como ellos afirman sobre los dinosaurios, son ellos los que deben probar cómo se puso en movimiento los cuerpos cuando todos estaban en reposo. Hay muchas cosas que los científicos deben probar antes de pedir evidencia de la existencia de Dios, de la existencia de Cristo, de la verdad de la Biblia.
Yo no tengo ningún problema con la evidencia Bíblica. Sé de lo que hablo, sé de lo maravilloso de la Palabra de Dios, sé y estoy seguro que quien escribió este libro tiene una mente superior, una inteligencia ilimitada, pues para poder ordenar la misma debe haber conocido todo antes de que las cosas ocurrieran.
Jesús no necesita ser probado, su existencia es real, no sólo existió hace dos mil años, sino que hoy se encuentra sentado a la diestra de su Padre en el Tercer Cielo esperando el momento de presentarse, entonces será muy tarde para creer en él. Uno de los momentos más gloriosos que nos narran las Sagradas Escrituras es el encuentro de Jesús con Satanás en el desierto. Ese encuentro debió ser en la madrugada de la última noche en la cual Jesús terminaba de su ayuno. Durante 40 días y 40 noche había estado mi Señor orando y ayunando. Había trsnscurrido 960 horas. Había transcurrido 57,600 minutos o 3,456,000 segundos.
Es interesante que la suma de los dígitos de las horas nos dé 15 (960). Pues es a la hora 15 que muere Jesús, las tres de la tarde. Esa hora marca el año 6000. Lo que nos indica que el sacrifico de Cristo cubriría 6000 años en el calendario de Dios.
Además la suma de los dígitos de los minutos y la suma de los dígitos de los segundos nos da (18), que es la suma del número de la bestia (6+6+6=18). Lo que nos lleva a corroborar lo establecido en Génesis 3:15. (la lucha entre Jesús y la simiente de la serpiente). Ciertamente allí en el desierto esa lucha daba comienzo. Satanás se enfrentaba cara a cara con Jesús en aquella noche solitaria en aquel lugar.
Era el encuentro de luz y las tinieblas. El desierto era el mundo, un mundo que se había apartado de Dios, que estaba bajo el dominio de Satanás, Jesús había reconocido esto, cuando más tarde identificaría al diablo como el príncipe de este mundo.
Ahora el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Juan 12:31
No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí. Juan 14:30
Y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Juan 16:11
Satanás no estaba allí por mera casualidad, Satanás pudo enviar a uno de sus ángeles caídos, a un demonio, pero no lo hizo. El iría allí al lugar en el cual Jesús oraba y ayunaba. Satanás sabía que se jugaba su destino, sabía que aquél hombre era el Hijo de Dios, la simiente prometida que lo destruiría. Satanás tenía que hacer todo lo necesario para tentar a Jesús, para evitar que completara el plan de salvación para la raza humana.
Satanás sabía que mientras Jesús estuviera con vida, todos los reinos de la tierra eran suyos. Todavía podía subir al cielo para acusar a los hombres. Jesús también lo sabía, sabía que Satanás tenía poder sobre este mundo, pues todavía su sacrificio no había culminado.
La humanidad debe entender esto. Estamos todavía bajo la influencia de estos seres. Estamos bajo la influencia de Satanás, la diferencia es que Satanás ya no es el príncipe de este mundo, es un farsante, Satanás ahora no puede subir al Tercer Cielo para acusarnos delante de Dios, Satanás fue expulsado a la tierra, ahora está entre nosotros, sus demonios se han apoderado de millones de seres humanos, por eso la maldad se ha multiplicado. Satanás sabe que fue vencido en el desierto y que su derrota final se selló aquella madrugada en la que trató de tentar a Jesús.
Así que este momento en el desierto es muy importante, pues será la primera derrota que sufrirá Satanás. Allí está con su cara de "lechuga", con sus piedras en las manos, con su actitud de compasión y de caridad, allí estaba disfrazado de ángel de luz, allí estaba falseando la verdad, falseando la Palabra de Dios.
Satanás esperó al último momento, esperó el momento en que Jesús estaba cansado, hambriento, sediento, espero el último momento para ir a tentar a Cristo, no fue al primer día, ni el segundo, ni el décimo, sino que esperó el último instante.
Así siempre actúa, estudia su presa, sabe el momento en que nos puede hacer daño y cuando se presenta siempre trae consigo una buena oferta, un buen especial. Los creyentes deben conocer a este príncipe, conocer su modo de operar, saber que nunca se ha de presentar como diablo, siempre vendrá como oveja. Sólo si tenemos al Espíritu Santo nos daremos cuenta de quién es realmente.
Jesús había recibido el bautismo en las aguas y había sido ungido por Dios, Jesús había estudiado el libro de Deuteronomio, había estudiado el Antiguo Testamento. Así que Jesús estaba preparado para resistir aquella prueba, aquel encuentro con el príncipe de las tinieblas.
Si Satanás no respetó a Dios, si no respetó a Jesús, no espere que nos respete, siempre buscará la forma de tentarnos, de apartarnos de Dios. Sólo si estamos en oración, si ayunamos, si estudiamos la Biblia y tenemos el Espíritu Santo es que podremos vencerlo. Jesús sabía que él vendría a tentarlo, Jesús sabía que Satanás traía buenas ofertas, buenos especiales, por eso se preparó.
Hay muchas cosas interesantes que aprender en este evento bíblico. Este suceso no se da en el aire. Aquí se encuentran las dos fuerzas que han determinado la vida de la raza humana en este planeta. Está el príncipe de las tinieblas, el Querubín Protector que se rebeló contra Dios y logró que una tercera parte de los ángeles le siguieran.
Aquí estamos ante el primer gran conspirador, el primero en tratar de dar un golpe de estado, aquí estamos ante la presencia de el primer traidor registrado en la historia. Estamos ante un gran general que dirige, según el apóstol Pablo, huestes celestiales, gobernadores de las tinieblas. Estamos ante la criatura más hermosa y mejor vestida de la creación de Dios.
Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.
En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de todo piedra preciosa era tu vestidura..
Ezequiel 28:12-13
Tú, querubín grande, protector, y te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.
A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste, por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras de fuego, oh querubín protector.
Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojé por tierra, delante de los reyes te pondré para que miren en ti.
Ezequiel 28:14-17
Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejará de ser.
Ezequiel 28:19
Así que no estamos ante una criatura con rabo y cuernos, monstruosa como nos la pintan en las películas, sino ante un ser hermoso, sabio, astuto, engañador.
Allí está Satanás vestido de oveja, vestido de ángel de luz, la madrugada del último día de ayuno del Señor. Allí está con sus piedras, allí está listo para el encuentro.
Satanás se había preparado bien. Había repasado su estilo, que tanto le daba resultado con los humanos, la pregunta retórica, allí estaba listo, había estudiado la Biblia y prefirió el salmo 91. Leyó el salmo y escogió la parte que le convenía. Así que esperaba la victoria ante Jesús, esperaba derrotarlo, estaba dispuesto a todo, estaba dispuesto a darle todas las riquezas del mundo, sus reinos, su poder.
Satanás sabía que tenía una buena oferta, que Jesús estaba débil, con hambre, sediento. Satanás estaba seguro que había escogido el mejor momento, Satanás sabía que Jesús no podía responder como Dios, sino como hombre. Así que estaba listo para todo. Estaba listo para la batalla y estaba confiado que podría derrotar al Maestro. Allí estaba el Hijo de Dios, el Cordero de Dios. Allí estaba mi Jesús, lo había dejado todo por el amor a la raza humana. Lo tenía todo al lado de su Padre en el Tercer Cielo. Tenía su trono y tenía su ejército de ángeles que lo seguían por todas partes.
Pero mi Señor había tomado la decisión de venir a la tierra, deseaba que la humanidad regresara ante la presencia de Dios, Dios amaba a su creación, la raza humana era algo diferente, era distinta a todo lo que Dios había creado, no habían criaturas como el hombre en el Tercer Cielo.
Para Dios la raza humana era un especial tesoro. Jesús sabe que Satanás sabía los planes de Dios. Sabía que Jesús moriría para redimirnos de su maldad, maldad que aquel Querubín Protector había traído a este planeta.
Había pasado cuarenta días y cuarenta noches. Jesús se había preparado físicamente y espiritualmente para enfrentarse a la prueba. Conocía a su adversario, sabía que era astuto, brillante, persuasivo, Jesús sabía que pronto el diablo asomaría su cabeza por el desierto y no con buenas intenciones.
Jesús sabía que esta criatura iría a tentarlo y que iría muy bien preparada. Sabía por dónde le iba a atacar, sabía las preguntas que Satanás le haría. Por eso estudió el libro de Deuteronomio. Memorizó sus versículos. Jesús no iba a caer en la trampa en la que cayó la mujer. No le daría explicaciones, ni respuesta. Sólo le recordaría las Sagradas Escrituras.
El Señor sabía muy bien que la tentación lllegaría después de su bautismo y de ser ungido por Dios. Así que entró en oración y en ayuno y estudió la Biblia.
Esa es la fórmula que Jesús quiso que sus seguidores aprendieran: orar, ayunar, leer las Sagradas Escrituras , tener una fe inquebrantable y estar llenos del Espíritu Santo. Cuando el creyente hace estas cosas no hay diablo ni demonio que se resista. Es la fórmula de la victoria de Cristo.
Señor, ten misericordia de mi hijo que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua y lo he traído a tus discípulos pero no le han podido sanar.
Respondiendo Jesús, dijo:¡Oh generación incrédula y perversa. ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros?¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá.
Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella misma hora.
Vinieron entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?
Pero Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuvieréis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.
Pero este género no sale sino con oración y ayuno.
Mateo 17:14-21
El escenario está preparado. La lucha comienza. Jesús seguro de sí mismo. Ha terminado su ayuno, ha estado en continua comunicación con su Padre mediante la oración, tiene la protección de Dios. Está preparado, ha leído el libro de Deuteronomio, conoce las preguntas del adversario y sabe que su mejor arma contra Satanás es la espada de dos filos, es la Palabra de Dios, la palabra de su Padre.
Satanás se siente confiado. Sabe la condición física y mental de Jesús, debe estar muy cansado, su pensamiento no será tan ágil. Ha preparado su guía de preguntas. Ha delineado un plan de tres partes. Sabe por dónde atacar primero y tienen su oferta final.
Es algo maravilloso poder ver lo que ocurrió en el desierto ese día. Me siento como si estuviera sentado sobre una roca viendo esta gran duelo de palabras. Es algo maravilloso saber que mi Señor haría pedazos al diablo mentiroso.
Lo que allí sucedió nos debe de servir de ejemplo. Es imposible resistir las ofertas del diablo si no oramos, si no ayunamos, si no tenemos fe, si no estamos llenos del Espíritu Santo.
No luchamos contra un enemigo inofensivo, no podemos menospreciar la astucia y la inteligencia de Satanás, no debemos ignorar su habilidad para atraparnos con sus preguntas retóricas, ya que son su mejor arma para sembrar la duda y para confundirnos y hacer que perdamos nuestra fe en Jesús y en su Palabra.
Llegó el momento de la verdad: Allí está Jesús y al frente Satanás con sus piedras en las manos y sus preguntas a flor de labios. La noche del día 40 desfallece, muere atrapada por los brazos del nuevo día. Hay un silencio profundo en el desierto, todo es silencio, apenas el sol deja caer algunos rayos en la madrugada. La brisa se detiene, las nubes que cubren el desierto se detienen. El escenario es desolador, la vida parece escapar, los pocos animales se detienen, todo se detiene por un instante. El sol se detiene curioso, ¡qué importa perder unos segundo! Las ventanillas y las ventanas del palacio de Dios en el Tercer Cielo se abren. Millones de rostros hermosos lanzan sus miradas hacia el desierto.
Los demonios se comen las pezuñas, están nerviosos, no confían en las palabras de su líder, saben que será imposible vencer a Jesús, ellos saben que es el Hijo del Altísimos, saben que su jefe se preparó bien, lo habían visto leer las escrituras, especialmente el salmo 91, lo habían visto repasar su guía de preguntas, lo habían visto ensayar con uno de sus ángeles más brillante, pero aun temblaban, no se atrevían mencionar el nombre de Jesús.
Entonces se rompió el silencio, entonces todo fue expectación, entonces el Padre miró desde los cielos a su Hijo y le hizo una señal de victoria:¡You can, my son!, ¡Tú puedes Hijo mío!...
Y vino el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. S. Mateo 4:3
Vemos que Satanás comienza con su primera oferta. Sabe que el Señor tiene mucha hambre. Satanás es astuto, muy persuasivo, no lleva un pedazo de pan o un pescado, sino que lleva varias piedras. No lleva una piedra, sino varias. Esto lo hace para despertar la curiosidad en Jesús, para que vea que son varias las piedras y que dichas piedras él las puede convertir en varias tortas de trigo. Busca con esto engañar a Jesús a través de la vista.
Hizo lo mismo que hizo con la mujer. Hizo que Eva pusiera su mirada en el fruto. Y Eva cayó en la trampa. Pero Jesús conocía a su adversario y no dejó que aquellas piedras lo sacarán de comunión.
Satanás inició su tentación con el mismo estilo que utilizó con Eva:
¿Con qué Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Génesis 3:1
Satanás sabía lo que Dios le había dicho a la pareja. Pero distorsionó la verdad, pues Dios le había dicho que podían comer de todos los árboles menos del árbol de la ciencia del bien y del mal. Hizo una pregunta retórica, pues ya él sabía la respuesta y sólo deseaba sembrar la duda en Eva y en Adán.
Así comienza el proceso de la tentación de Jesús. Satanás sabe que Jesús era el Hijo de Dios, pero deseaba recordarle a Cristo que como Hijo de Dios, tenía poder para que aquellas piedras se convirtieran en pan. Satanás esperaba una reacción de Jesús inmediata. Esperaba que respondiera como Hijo de Dios y no como hombre. Espera que Jesús actuara con soberbia y dijera: Sí, soy el Hijo de Dios y para que vea que soy el Hijo de Dios voy a convertir esas piedras en pan.
Pero Jesús sabía por dónde iba Satanás, ni miró sus piedras ni entró a especular con él y tampoco a responder a su planteamiento inicial.
El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
S.Mateo 4:4
Jesús es categórico al responder: Escrito está. Jesús le cita parte del versículo 3 del capítulo 8 del libro de Deuteronomio.
...para hacer saber que no sólo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.
Deuteronomio 8:3
Con esa respuesta Jesús inicia su victoria y Satanás pierde el control, pierde la tranquilidad, hay gozo y alegría en el Tercer Cielo, mientras que los demonios y los ángeles caídos cambian de semblante.
Pero Satanás fue con un plan de tres alternativas, había fallado en la fase A, pero todavía le quedaban los pasos de la fase B y el de la fase C. Así que vuelve a la carga.
Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y lo puso sobre el pináculo del templo.
Y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo, porque escrito está:
A sus ángeles mandará acerca de ti y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.
S. Mateo 4:5-6
Ahora el diablo con astucia recurre al estilo de Jesús. También utiliza la palabra para dar validez a lo que dice. Satanás cita lo que le conviene del Salmo 91.
Y vuelve con la pregunta retórica: "Si eres el Hijo de Dios. En otras palabras demuéstrame quién eres. No digas que eres el Hijo de Dios, pruébame que lo eres. Además no te digo algo que no está en la palabra de tu Padre.
Aquí volvemos a ver la intención que tiene Satanás de provocar una reacción de parte de Jesús como Dios y no como hombre. Satanás espera que Jesús se llene de vanidad, de soberbia, de imprudencia y actúe como dice.
A veces escuchó a algunos creyentes retar al diablo, afirmar que ellos pueden desafiar a Satanás y que no temen a nada. Esa actitud es peligrosa. Cuando eso pasa el diablo nos ha ganado la batalla, pues reaccionamos como él quiere que reaccionemos.
Una vez un pastor dijo:"tengo al diablo aplastado con mi pie en su cuello".
No pasaron dos meses cuando el que lo aplastó fue el diablo, pues volvió a los vicios y se alejó de Dios.
A veces tratamos de persuadir a una persona que no cree en Dios para que crea. Hasta discutimos y presentamos mil argumentos, es posible que al final, por nuestra soberbia y altivez, por nuestra arrogancia, el diablo logre sembrar la duda en nosotros.
Nosotros no tenemos que probar la existencia de Dios, corresponde a los ateos probar que Dios no existe. Simplemente dijo el salmista: "Dijo el necio en su corazón, no hay Dios". Así nos libramos de la trampa de Satanás.
Jesús no se impresionó porque el diablo utilizara la Biblia, tampoco nosotros debemos impresionarnos cuando un ateo o un no creyente nos cita la Biblia para tratar de que hay contradicciones o de que los extraterrestres existen y muchas otras sandeces.
El hecho de citar la Biblia no garantiza nada. Por eso Jesús no le hizo caso a Satanás, Jesús sabía lo que decía el Salmo 91.
Jesús le dijo: Escrito está también: No tentará al Señor, tu Dios. S. Mateo 4:7
Jesús le cita a Deuteronomio 6:16
No tentará a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah.
Deuteronomio 6:16
Una vez más Satanás falla en su intento de tentar a Jesús. La batalla se ponía interesante, ya los demonios casi no tenían más uñas que masticar, en el Tercer Cielo todo era gozo, alegría. Satanás empezaba a perder el control de sí, sudaba como un viejo caballo bajo el sol candente del día, su boca estaba reseca, sentía su lengua pesada, estaba desesperado, sólo le quedaba una carta que jugar, la más importante, una oferta que nadie hubiera rechazado.
Los hermanos de todas las iglesias del mundo deben estudiar esta narración de la tentación con mucho cuidado, deben reflexionar sobre todo. Aquí podemos descubrir el estilo de Satanás para tentarnos, su estilo de hacer preguntas, de velar la oportunidad para atacarnos, para lanzar sus dardos venosos. Satanás no es un demonio tonto, Satanás es un Querubín dotado de sabiduría, inteligencia y hermosura.
Tiene la capacidad como querubín de asumir distintas formas para presentarse, lo mismo asume la forma de un animal como lo hizo en el huerto, o de ángel de luz como lo hizo en el desierto, puede aparecerse como un ángel portador de un mensaje como hizo con Mahoma y con todos los fundadores de sectas falsas que dicen que un ángel les entregó un nuevo mensaje.
El mayor error que puede cometer un creyente es subestimar la capacidad que esta criatura tiene para engañar.
Satanás puede inducir a cualquier cristiano, no importa su grado de santidad, a pecar, a apartarse del camino correcto, lo puede corromper, inducirlo a fornicar, a adulterar o a pervertir su ministerio. Satanás no es un ignorante, conoce mejor que muchos creyentes las Sagradas Escrituras y las utiliza para engañar, para corromper el evangelio, para introducir falsas doctrinas.
Jesús mismo no lo subestimó. Jesús sabía que tarde o temprano el diablo trataría de tentarlo y esperó el mejor momento para hacerlo. Jesús se preparó físicamente y espiritualmente. Jesús estudió el Antiguo Testamento, estudió el libro de Deuteronomio, las tres respuestas que Jesús le citó estaban en este libro.
Aquí vemos como nuestro Señor validó el contenido del Antiguo Testamento. Es triste que hoy muchos predicadores, pastores, teólogo quieran quitarle validez a las enseñanzas de estos libros. A veces sólo utilizan textos relacionados con los diezmos, las ofrendas o pasajes relacionados con el tema de la prosperidad material.
Hoy han borrado el versículo 22:5 de este mismo libro. Y han permitido que Satanás haya introducido en las iglesias el espíritu de Jezabel. La excusa es que aquello era para aquel tiempo y que vivimos tiempos modernos. Si Jesús hubiera pensado de esta manera no hubiera utilizado los versículo del libro de Deuteronomio, no hubiera hecho caso a la escritura y hubiera hecho lo que Satanás le decía que hiciera. Hubiera convertido las piedras en un banquete, le había probado a Satanás que el era Hijo de Dios lanzándose del templo y le hubiera aceptado todo cuanto le ofreció finalmente.
Jesús validó el libro de Deuteronomio haciendo uso de él para responder a Satanás. Si esos versículos tenían vigencia, también lo tiene el versículo del capítulo 22. (22:5).
Si analizamos esta tentación podremos aprender el método para librarnos de las tentaciones del diablo. Cristo estaba preparado. Había sido bautizado en el Jordán por Juan el Bautista, fue ungido por su Padre y se dedicó a orar y a ayunar. Esa es la receta para vencer y para obtener los dones espirituales.
Nadie crea que puede enfrentarse al diablo sin estar preparado, sin orar, sin ayunar, sin estudiar la palabra de Dios, sin tener el Espíritu Santo. Los discípulos no pudieron echar fuera el demonio del joven lunático, el padre lo llevó varias veces a ellos y nunca pudieron echar el demonio fuera y no lo pudieron hacer porque no estaban en ayuno ni en oración.
Nadie que no ayuna ni ora no espere que pueda expulsar demonios y sanar a los enfermos. Esa es la clave que Jesús nos da en esta lección. Jesús, que es el Hijo de Dios, tuvo que ayunar y orar durante 40 días y 40 noches para vencer la tentación, cuánto no más tendremos que orar y ayunar nosotros.
Ahora tenemos a Jesús: ¡Dos a cero!. Hay gozo en el tercer Cielo, ya preparan el banquete que le llevarán a Cristo al desierto una vez termine la tentación. Los ángeles se preparan, preparan la comida para su Rey. Pero falta la última carta. Falta la tentación mayor, una tentación en la cual la mayoría cae sin pensarlo mucho.
Satanás sabe que está vencido y está dispuesto a jugarse su última ficha. Los demonios ya no tienen uñas que comer, así que están inquietos y se golpean entre ellos, saben que su futuro sobre esta tierra depende de esa última movida de su jefe. Pero Satanás está angustiado, siente el peso de la derrota.
Pero aún así decide seguir adelante, entonces se dirije a Jesús:
Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,
y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.
S. Mateo 4:8-9
En verdad que este diablo se las trae. No respeta que aquel quien está a su lado es el Hijo de Dios. Pedirle a Jesús que lo adore como a un dios es lo más bajo en lo que ha caído este demonio.
Satanás está dispuesto a darle todos sus reinos, sus riquezas, su poder, su gloria con tal que Cristo lo adore.
Las iglesias del mundo deben aprender la lección. La última tentación de Jesús es la misma tentación en la cual Satanás ha sumido a muchas congregaciones.
Les ofrece riquezas, comercio, lujos, comodidades. Satanás está enviando a sus empresarios a las iglesias con su mensaje de prosperidad, hacer dinero para pagar sus programas de radio y televisión, para que la iglesia se involucre en ventas y en negocios. Es un atractivo.
Satanás le ofreció a Cristo riquezas, poder, reinos, fama. Eso es lo mismo que hoy le ofrece a muchas congregaciones. Su astucia es tanta que desgraciadamente está logrando sus objetivos, el problema de estos mensajes es que tarde o temprano Satanás introduce herejías y falsas doctrinas, y peor aun hace cae a ministros de la gracia de Dios.
Detrás de las riquezas caminan cogidos de mano la avaricia, la vanidad, la fornicación, el adulterio, el espíritu de Jezabel.
Satanás sabía que ese ofrecimiento era agradable, sabía que con ese ofrecimiento Jesús podría ser tentado, pero no logró su cometido con Jesús, y hoy anda por el mundo ofreciendo lo que no tiene a miles y miles de creyentes logrando engatuzarlos.
Ahí, en la cumbre del monte está el tentador. Enseñándole la majestuosidad del mundo, enseñándole sus tesoros, sus riquezas, sus reinos. Allí estaba el tentador que ya sentía la derrota en carne y hueso, que ya sentía que todo estaba acabado, pero que hacía su último intento desesperado por convencer a Jesús.
¡Qué engañados están todos aquéllos que ponen su mirada en las riquezas, en los bienes materiales, que suspiran por ser gobernantes y tener reinos bajo su poder! No saben que son tentados como lo fue Jesús. Todo eso es vanidad, pues nada de lo que tienen se lo podrán llevar cuando se mueran. Satanás se jugó la última carta. Lanzó su última bola al canasto pero falló. Su plan había fracasado, los demonios que observaban, sabiendo que la causa estaba perdida salieron como "almas que llevan al diablo" y en el Tercer cielo hubo gritos y aplausos y las trompetas sonaron y los ángeles cantaron.
El sol lanzó un latigazo de fuego que fue a parar en las costillas del diablo que se relambía del dolor. El silencio se hizo más profundo, sólo se esperaba el golpe mortal, sólo se esperaba la respuesta del Señor. Satanás no encontraba dónde meter su cara, su semblante estaba decaído, sentía una rabia que lo devoraba por dentro al ver a sus demonios salir corriendo, lo habían dejado solo en medio del desierto.
Entonces Jesús victorioso lo miró y le dijo:
Vete Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.
S. Mateo 4:10:11
La respuesta de Jesús fue contundente, respuesta que dejó al diablo sin aliento, sus ojos le dieron vueltas, sintió desfallecer y salió como un relámpago del lugar.
Jesús volvió a citarle el libro de Deuteronomio.
A Jehová tu Dios temerás, y a él sólo servirás, y por su nombre jurarás.
Deuteronomio 6:13
Jesús se mantuvo consistente, se mantuvo en la palabra, hizo del libro de Deuteronomio su espada de dos filos, su espada para librarse del tentador, Satanás se le olvidaron los textos de la Biblia y no pudo resistir la firmeza de Jesús.
Debemos aprender algo de esta tentación de Jesús. Nadie se escapa del tentador, todos podemos ser tentados por esta criatura. Satanás es muy astuto, a veces usa la Biblia para sus engaños. Satanás siempre tiene un plan de acción para atacarnos. Nadie por sí solo puede enfrentarse a él.
Hemos visto que Jesús estaba blindado con la palabra. Simplemente Jesús se mantuvo en la palabra, no cuestionó, no respondió a los ofrecimientos del diablo, no expuso sus puntos de vistas, sólo utilizó lo que ya estaba escrito, utilizó las palabras que su Padre le dio a Moisés unos 1500 años atrás.
Jesús validó el contenido del Antiguo Testamento, nada había cambiado, la palabra que fue buena para Moisés era buena para combatir al diablo.
Hoy debemos tener cuidado con lo que predicamos. "No todo lo que brilla es oro", no todo lo que se predica proviene de Dios. Hoy hay muchos que ignoran el Antiguo Testamento, que ignoran las enseñanzas que Dios le dio al pueblo e Israel y que Jesús las hizo buena para los gentiles. Satanás es astuto, tiene muchos recursos para persuadir, para engañar. Es capaz de hacer que la mentira se vea como la verdad y la verdad se vea como mentira.
Nadie duda que Dios bendice a sus siervos, Dios mismo nos dice que El conoce nuestras necesidades. Jamás nos faltará algo si tenemos fe en su palabra, si vivimos de acuerdo con su palabra, si hacemos su voluntad, si somos obedientes.
Satanás anda suelto como león rugiente, salió herido de esa batalla que perdió ante el Hijo de Dios, está furioso, le queda poco tiempo. En Ezequiel Dios prometió que lo destruiría para siempre y Juan vio su destrucción en el libro de Apocalipsis.
Pero Satanás y sus demonios siguen con nosotros, siguen trayendo desgracias a la humanidad. La única fuerza que lo detiene la Iglesia de Jesucristo y la presencia del Espíritu Santo. La Biblia afirma: "Resistid al diablo y huirá de vosotros".
Eso fue lo que hizo en el desierto, salió huyendo, derrotado.
Entonces Jesús levantó su rostro y vio a miles de ángeles que le servían, que le adoraban. Satanás fue al desierto con la idea de que Cristo lo adorara, pero Jesús le dijo:"Tú eres el que tiene que adorar y servir a tu Dios. Esas palabras quemaron la mente del diablo, quien tuvo que salir huyendo al ver que su plan había fracasado.
No hay riqueza más grande que tener un hogar en el cual el Señor sea el invitado de honor. A veces llevamos a nuestros hogares a personas que terminan destruyendo el mismo, sin embargo le negamos un espacio a Dios. Jesús desea habitar en medio de la familia, en medio de nuestros hijos.
Es triste ver en estos tiempos como en los hogares, aun en los hogares cristianos, no hay un espacio para Dios. Podemos sentarnos frente al televisor para disfrutar una película, buena o mala, sin embargo, no tenemos tiempo para hablar con nuestros hijos sobre las maravillas de nuestro Dios.
Desde pequeños inducimos a nuestros hijos por la senda equivocada. Le llenamos sus cuartos de dibujos y muñecos que son sus héroes, saben todo sobre ellos, pero nada saben de Jesús. Sus modelos de vida, sus héroes a veces son asesinos, drogadictos, gente pervertida y nada hacemos por enseñarles que hay un Dios al cual debemos adorar.
Naciones enteras que dicen en sus constituciones que Dios es el Creador y enseñan en sus escuelas y en sus universidades que somos producto de la evolución, es mejor ser ateo que un cristiano con tantas contradicciones. Dios es nuestro Señor y Jesús vino para que podamos retornar a la presencia de Dios.
Nosotros nada tenemos que probarle al mundo, no tenemos que hacer un esfuerzo mental para probar que Dios existe, pues nuestra comunión con Dios está sostenida por la fe. No hay una fuerza más grande en este planeta que la fe, Sin fe es imposible agradar a Dios.
Dios creó a la familia como un símbolo de lo que sería su iglesia. Así que debemos hacer de nuestros hogares en un lugar que agrade a Dios. Debemos dejar un espacio especial para nuestro Creador, cuando lo hacemos podemos sentir su presencia, su paz, su amor.
Debemos hacer lo que hizo Zaqueo, invitar a Jesús a entrar en nuestros hogares, entrar a nuestras vidas. Si usted es seguidor de un hombre o mujer y se siente feliz, cuánto no más sentirá si Jesús es su modelo de vida.
Cristo murió por nosotros, no para ofrecernos una mejor vida después de ésta, sino para que podamos ser felices aquí en la tierra. Cristo nos dejó su evangelio como un estilo de vida, no como una carga pesada como son las religiones del mundo.
Vivir con Cristo es vivir a plenitud, es sentir que estamos llenos de felicidad, de amor, es sentir la verdadera libertad, es sentir que vivimos a plenitud, que la luz, la verdad, la fe, la esperanza y la justicia brillan a nuestro alrededor.
La familia que le permite a Jesús entrar en su sala conocerá lo que es servirle a Dios, conocerá la fuente de vida, conocerá el amor puro, conocerá el objetivo de esta vida. Deja que la Estrella de Belén alumbre tu hogar, guíe a tu familia. Jesús venció al diablo en el desierto. Fue una derrota aplastante. Fue una historia que me fascina. Disfruto tanto ver a Jesús luego de cuarenta días y cuarenta noches de estar en oración y ayuno enfrentarse a este diablo buscón. Me fascina el estilo de Jesús, su serenidad, su capacidad de reacción, su paciencia, su dominio, su arte de responder.
Vemos en el desierto a un Satanás soberbio, altivo, engreído. Vemos a un Satanás confiado en su habilidad de atrapar a las personas con sus preguntas. Y vemos a un Jesús que se preparó muy bien para el encuentro.
Jesús fue consistente en el uso del libro de Deuteronomio. Jesús no hizo uso de razonamiento lógico, no debatió con Satanás sobre los planteamientos, no reaccionó a sus ofrecimientos. Jesús se limitó a responder:¡Escrito está!. Jesús se dedicó a darle una respuesta que ya estaba en las Escrituras.
A veces nosotros queremos convencer a alguien de que Dios existe, de que Jesús era lo que él decía que era, hasta discutimos tratando de imponer una respuesta. No nos damos cuenta que esa persona que hace esos planteamientos es un instrumento del diablo que lo utiliza para sembrar la duda y debilitar nuestra fe.
Jesús no tenía que probarle a Satanás que él era el Hijo de Dios, Jesús no tenía que poner a prueba lo que decía el Salmo 91. Jesús no tenía que probarle a Satanás nada. Así que Cristo no perdió el tiempo en darle una respuesta.
Nosotros no tenemos que probar nada. Nosotros vivimos por fe y no importa cuántos argumentos podamos expresar el necio seguirá siendo necio. A mí si alguien me dice que no cree en Dios, yo no le digo nada, simplemente le digo lo que dijo el salmista David: "Dijo el necio en su corazón, no hay Dios". Eso no lo digo yo, sino que,¡escrito está!
Satanás volverá a utilizar ese estilo de tentación, volverá a utilizar su estilo de preguntar, pero ahora él no irá personalmente, sino que utilizará a uno de los ladrones que estaban con Jesús en la cruz.
Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
S. Lucas 23:39
El diablo no se respetaba a sí mismo y trató de hacer lo que hizo en el desierto. Allá en el desierto Jesús le respondió. Pero aquí Jesús ni caso le hizo. Dios uso al otro ladrón para que le respondiera al diablo.
Jesús había ganado una batalla en el desierto, pero le faltaba ganar la guerra. Muy pronto, al finalizar sus tres años y medio del ministerio, entonces el Hijo de Dios ganaría la gran batalla.
Jesús murió en la cruz, luego resucitó al tercer día y posteriormente ascendió al Tercer Cielo en donde se encuentra esperando el gran día en que toda la humanidad podrá comprender que El era el que decía que era: El Hijo de Dios.
Y le veremos venir con gloria y poder. Y le veremos como lo que siempre ha sido: El Soberano de las naciones. El Rey de reyes y el Señor de Señores.
El ser humano no hay cómo entenderlo. Recuerdo cuando era estudiante universitario cuando escuchaba a los profesores hablar con tanta seguridad de que somos producto de la evolución sin contar con evidencia suficiente para sostener la misma. La historia narrada es de 6000 años y no de billones de años.
Es curioso que hablen del ser humano que existió hace millones de años sin pruebas algunas, que hubo una explosión que originó al Universo, que hace 65 millones de años los dinosaurios desaparecieron por un impacto de un meteoro, pero no pueden ni siquiera decir en qué lugar exacto cayó ese meteoro, un meteoro que causó tantos daños en la tierra se supone que haya provocado un enorme impacto sobre la superficie de la tierra.
Pero aun sin tener toda la evidencia hablan de esos sucesos como algo real, ni siquiera lo ponen en duda. Ahora cuando se trata de algo sobre la Biblia, entonces quieren tener a la mano toda la evidencia para creer. Afirman con certeza lo que acurrió hace millones de años pero no creen en lo que se narra en la Biblia que apenas tiene 6000 años.
Son como el apóstol Tomás. Este no solamente quería ver a Jesús, sino que debería tocar sus heridas para creer. Así que no es algo nuevo.
Otros, muchos cristianos, creen en la Biblia y esperan que la ciencia traiga evidencia para sostener lo dicho por Dios. Es absurdo creer en Dios y dudar que todo cuanto está escrito es la verdad de Dios.
Muchos quieren creer cuando vean el arca del pacto, cuando encuentren el arca de Noé completa, cuando escuentren la cruz donde fue Cristo crucificado o cuando encuentre una biografía de Cristo firmada por Caifás y los sacerdotes y que tenga el sello del emperador romano y la firma de Pilato dando testimonio de que realmente Jesús existió como dice la Biblia.
Escuchaba a estos profesores hablando de los tiempos de los glaciares y de la evolución y sentía pena por todos aquéllos que eran víctimas de estos pobres ignorantes que todavía piensan que el único medio para encontrar la verdad es el método científico o el razonamiento lógico. La verdad para ellos tiene que ser sensorial, el conocimiento verdadero se obtiene a través de los sentidos, algo ilógico, pues todos sabemos lo engañosos que son los sentidos.
Ellos no piensan, por ejemplo, que no hay evidencia contundente del arca de Noé, pues es posible que Noé y sus hijos pudieron haber utilizado la madera de la misma para construir sus viviendas, para cocinar, para calentarse. En fin, es más lógico pensar que el arca no aparece completa, pues fue utilizada para construir y para combustible. El hecho que hoy no haya tanta evidencia visual, no significa que no existieron, que la narración bíblica no es cierta. De cuántas cosas se habla en las universidades de que existieron y no hay nada para probar la veracidad, ¿a cuántos escritores se le asignan obras, que supuestamente ellos escribieron, pero no hay evidencia? ¿Cuánto se especula para explicar la desaparición de los indios de América?¿los mayas, los aztecas, los incas?
Así que podemos dar por cierto eventos de la humanidad que apenas tenemos evidencias, pero no podemos validar las narraciones bíblicas por falta de pruebas.¡Por Dios!
Hoy los estudiosos quieren tener hasta el martillo que usaba Cristo cuando ayudaba a su padre, quieren tener a la mano, la dirección y el número del pesebre donde nació, quieren saber los nombres , seguro social de sus hermanos, quieren saber dónde los judíos guardaron la cruz en la cual fue crucificado, quieren saber cuánto detalle sea para creer que ciertamente Jesús existió.
Estos pobres ignorantes no saben, que sería muy difícil que los judíos valorizaran todas las cosas asociadas a Cristo. Si Jesús hubiera sido aceptado por los judíos de su tiempo, les aseguro que tendríamos en un museo hoy: la cruz donde fue sacrificado, los clavos, el manto que le pudieron, el letrero, la corona de espina, el látigo con el cual fue azotado, la ropa que usaba cuando murió, la lanza que le cortó el costado. Les aseguro que si Jesús hubiera sido aceptado ellos hubieran valorizado hasta las sandalias, hubieran convertido la cosa donde vivía con sus padre en un museo, en un lugar sagrado como era la costumbre, como hicieron con el pozo de Jacob.
Pero los judíos odiaron a Jesús, no querían ni escuchar su nombre, así que pienso que en vez de conservar toda la evidencia que los hombres de ciencia quieren ver para creer, los judíos la desaparecieron.
Ellos no querían que se volviera a hablar de Cristo en Jerusalén ni en ninguna parte. Cuando los discípulos comenzaron a decir que Jesús había resucitado fueron amenazados de muerte y echados a la cárcel. Así que los judíos sólo desean olvidar a aquel hombre que les había causado tantos problemas.
¿Acaso eso no es lo que todavía hacemos?¿Acaso cuando cae un dictador lo primero que hacemos es destruir todo lo que lo representa, lo que simboliza?¿Cuántas veces se han destruidos los símbolos religiosos cuando entra un gobierno ateo? No es nada nuevo destruir y hacer desaparecer cualquier documento relacionado con esas figuras.¿Acaso el cura amigo de don Quijote no destruyó todos los libros del pobre loco?
¿Acaso no se derribaron todos los monumentos y estatuas relacionados con Sadam?¿Qué ustedes esperaban de los judíos, que le levantaran una estatua al hombre que les provocó a ira, que cuestionó su religiosidad?
Lo primero que hicieron los judíos al enterarse de que el cuerpo de Cristo no estaba en la tumba fue comprar a los guardias para que dijeran que los apóstoles se habían robado el cuerpo. Ellos se encargaron de escribir documentos que fueron esparcidos por toda Jerusalén de que el cuerpo del Señor había sido robado, pero nunca presentaron evidencia.
Jesús tenía muchos enemigos entre los fariseos y saduceos, entre las autoridades religiosas de su tiempo, entre los escribas. Juan mismo dice que se podrían escribir muchos libros sobre Jesús.
Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habían de escribir. Amen
Juan 21: 24-25
Es un error pensar que por qué se encuentre un documento del tiempo de Cristo deba ser considerado el contenido del mismo una verdad. Muchas mentiras se dijeron de Cristo, muchas mentiras se escribieron sobre él. El hecho de que un escrito se encuentre y que diga que es del tiempo del Señor eso de por sí no es evidencia de que lo que dice tal escrito es cierto.
Jezabel escribió una carta en la cual le levantó una calumnia a Nabot. El documento llevaba el sello del rey Acab. Nabot fue asesinado. Ahora, si la Biblia no dijera eso, que fue una mentira de Jezabel, si ese documento se hubiera encontrado hoy, de seguro que íbamos a creer las mentiras de Jezabel. No mis hermanos, no podemos ser ingenuos. Mañana puede aparecer un pergamino escrito por un enemigo de Jesús levantando calumnias y narrando una mentira y no vamos a creer en ello por el simple hecho de que se escribió en ese tiempo.
Hoy la arqueología se afana por encontrar evidencia de la existencia de Jesús. El mundo necesita ver la evidencia, como Tomás necesitaba ver el cuerpo de Cristo y meter sus manos en sus heridas. Pero esto no se trata de evidencia material, esto se trata de creer por fe que la Biblia es la palabra de Dios y que todo cuanto en ella se dice es verdad.
Los científicos deben probar que las Sagradas Escrituras son un fraude, deben probar que Jesús no existió, no somos nosotros los que tenemos que probar nada. La verdad no necesita ser probada, sino creída.
Son los científicos los que deben probar que no existe un Tercer Cielo, son los científicos quienes tienen que decir de dónde salieron los elementos de la "gran explosión" que dió origen al Universo, son los científicos los que deben probar por qué las jirafas, las ballenas, los elefantes de enorme tamaño no desaparecieron como ellos afirman sobre los dinosaurios, son ellos los que deben probar cómo se puso en movimiento los cuerpos cuando todos estaban en reposo. Hay muchas cosas que los científicos deben probar antes de pedir evidencia de la existencia de Dios, de la existencia de Cristo, de la verdad de la Biblia.
Yo no tengo ningún problema con la evidencia Bíblica. Sé de lo que hablo, sé de lo maravilloso de la Palabra de Dios, sé y estoy seguro que quien escribió este libro tiene una mente superior, una inteligencia ilimitada, pues para poder ordenar la misma debe haber conocido todo antes de que las cosas ocurrieran.
Jesús no necesita ser probado, su existencia es real, no sólo existió hace dos mil años, sino que hoy se encuentra sentado a la diestra de su Padre en el Tercer Cielo esperando el momento de presentarse, entonces será muy tarde para creer en él. Uno de los momentos más gloriosos que nos narran las Sagradas Escrituras es el encuentro de Jesús con Satanás en el desierto. Ese encuentro debió ser en la madrugada de la última noche en la cual Jesús terminaba de su ayuno. Durante 40 días y 40 noche había estado mi Señor orando y ayunando. Había trsnscurrido 960 horas. Había transcurrido 57,600 minutos o 3,456,000 segundos.
Es interesante que la suma de los dígitos de las horas nos dé 15 (960). Pues es a la hora 15 que muere Jesús, las tres de la tarde. Esa hora marca el año 6000. Lo que nos indica que el sacrifico de Cristo cubriría 6000 años en el calendario de Dios.
Además la suma de los dígitos de los minutos y la suma de los dígitos de los segundos nos da (18), que es la suma del número de la bestia (6+6+6=18). Lo que nos lleva a corroborar lo establecido en Génesis 3:15. (la lucha entre Jesús y la simiente de la serpiente). Ciertamente allí en el desierto esa lucha daba comienzo. Satanás se enfrentaba cara a cara con Jesús en aquella noche solitaria en aquel lugar.
Era el encuentro de luz y las tinieblas. El desierto era el mundo, un mundo que se había apartado de Dios, que estaba bajo el dominio de Satanás, Jesús había reconocido esto, cuando más tarde identificaría al diablo como el príncipe de este mundo.
Ahora el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Juan 12:31
No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí. Juan 14:30
Y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Juan 16:11
Satanás no estaba allí por mera casualidad, Satanás pudo enviar a uno de sus ángeles caídos, a un demonio, pero no lo hizo. El iría allí al lugar en el cual Jesús oraba y ayunaba. Satanás sabía que se jugaba su destino, sabía que aquél hombre era el Hijo de Dios, la simiente prometida que lo destruiría. Satanás tenía que hacer todo lo necesario para tentar a Jesús, para evitar que completara el plan de salvación para la raza humana.
Satanás sabía que mientras Jesús estuviera con vida, todos los reinos de la tierra eran suyos. Todavía podía subir al cielo para acusar a los hombres. Jesús también lo sabía, sabía que Satanás tenía poder sobre este mundo, pues todavía su sacrificio no había culminado.
La humanidad debe entender esto. Estamos todavía bajo la influencia de estos seres. Estamos bajo la influencia de Satanás, la diferencia es que Satanás ya no es el príncipe de este mundo, es un farsante, Satanás ahora no puede subir al Tercer Cielo para acusarnos delante de Dios, Satanás fue expulsado a la tierra, ahora está entre nosotros, sus demonios se han apoderado de millones de seres humanos, por eso la maldad se ha multiplicado. Satanás sabe que fue vencido en el desierto y que su derrota final se selló aquella madrugada en la que trató de tentar a Jesús.
Así que este momento en el desierto es muy importante, pues será la primera derrota que sufrirá Satanás. Allí está con su cara de "lechuga", con sus piedras en las manos, con su actitud de compasión y de caridad, allí estaba disfrazado de ángel de luz, allí estaba falseando la verdad, falseando la Palabra de Dios.
Satanás esperó al último momento, esperó el momento en que Jesús estaba cansado, hambriento, sediento, espero el último momento para ir a tentar a Cristo, no fue al primer día, ni el segundo, ni el décimo, sino que esperó el último instante.
Así siempre actúa, estudia su presa, sabe el momento en que nos puede hacer daño y cuando se presenta siempre trae consigo una buena oferta, un buen especial. Los creyentes deben conocer a este príncipe, conocer su modo de operar, saber que nunca se ha de presentar como diablo, siempre vendrá como oveja. Sólo si tenemos al Espíritu Santo nos daremos cuenta de quién es realmente.
Jesús había recibido el bautismo en las aguas y había sido ungido por Dios, Jesús había estudiado el libro de Deuteronomio, había estudiado el Antiguo Testamento. Así que Jesús estaba preparado para resistir aquella prueba, aquel encuentro con el príncipe de las tinieblas.
Si Satanás no respetó a Dios, si no respetó a Jesús, no espere que nos respete, siempre buscará la forma de tentarnos, de apartarnos de Dios. Sólo si estamos en oración, si ayunamos, si estudiamos la Biblia y tenemos el Espíritu Santo es que podremos vencerlo. Jesús sabía que él vendría a tentarlo, Jesús sabía que Satanás traía buenas ofertas, buenos especiales, por eso se preparó.
Hay muchas cosas interesantes que aprender en este evento bíblico. Este suceso no se da en el aire. Aquí se encuentran las dos fuerzas que han determinado la vida de la raza humana en este planeta. Está el príncipe de las tinieblas, el Querubín Protector que se rebeló contra Dios y logró que una tercera parte de los ángeles le siguieran.
Aquí estamos ante el primer gran conspirador, el primero en tratar de dar un golpe de estado, aquí estamos ante la presencia de el primer traidor registrado en la historia. Estamos ante un gran general que dirige, según el apóstol Pablo, huestes celestiales, gobernadores de las tinieblas. Estamos ante la criatura más hermosa y mejor vestida de la creación de Dios.
Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.
En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de todo piedra preciosa era tu vestidura..
Ezequiel 28:12-13
Tú, querubín grande, protector, y te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.
A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste, por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras de fuego, oh querubín protector.
Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojé por tierra, delante de los reyes te pondré para que miren en ti.
Ezequiel 28:14-17
Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejará de ser.
Ezequiel 28:19
Así que no estamos ante una criatura con rabo y cuernos, monstruosa como nos la pintan en las películas, sino ante un ser hermoso, sabio, astuto, engañador.
Allí está Satanás vestido de oveja, vestido de ángel de luz, la madrugada del último día de ayuno del Señor. Allí está con sus piedras, allí está listo para el encuentro.
Satanás se había preparado bien. Había repasado su estilo, que tanto le daba resultado con los humanos, la pregunta retórica, allí estaba listo, había estudiado la Biblia y prefirió el salmo 91. Leyó el salmo y escogió la parte que le convenía. Así que esperaba la victoria ante Jesús, esperaba derrotarlo, estaba dispuesto a todo, estaba dispuesto a darle todas las riquezas del mundo, sus reinos, su poder.
Satanás sabía que tenía una buena oferta, que Jesús estaba débil, con hambre, sediento. Satanás estaba seguro que había escogido el mejor momento, Satanás sabía que Jesús no podía responder como Dios, sino como hombre. Así que estaba listo para todo. Estaba listo para la batalla y estaba confiado que podría derrotar al Maestro. Allí estaba el Hijo de Dios, el Cordero de Dios. Allí estaba mi Jesús, lo había dejado todo por el amor a la raza humana. Lo tenía todo al lado de su Padre en el Tercer Cielo. Tenía su trono y tenía su ejército de ángeles que lo seguían por todas partes.
Pero mi Señor había tomado la decisión de venir a la tierra, deseaba que la humanidad regresara ante la presencia de Dios, Dios amaba a su creación, la raza humana era algo diferente, era distinta a todo lo que Dios había creado, no habían criaturas como el hombre en el Tercer Cielo.
Para Dios la raza humana era un especial tesoro. Jesús sabe que Satanás sabía los planes de Dios. Sabía que Jesús moriría para redimirnos de su maldad, maldad que aquel Querubín Protector había traído a este planeta.
Había pasado cuarenta días y cuarenta noches. Jesús se había preparado físicamente y espiritualmente para enfrentarse a la prueba. Conocía a su adversario, sabía que era astuto, brillante, persuasivo, Jesús sabía que pronto el diablo asomaría su cabeza por el desierto y no con buenas intenciones.
Jesús sabía que esta criatura iría a tentarlo y que iría muy bien preparada. Sabía por dónde le iba a atacar, sabía las preguntas que Satanás le haría. Por eso estudió el libro de Deuteronomio. Memorizó sus versículos. Jesús no iba a caer en la trampa en la que cayó la mujer. No le daría explicaciones, ni respuesta. Sólo le recordaría las Sagradas Escrituras.
El Señor sabía muy bien que la tentación lllegaría después de su bautismo y de ser ungido por Dios. Así que entró en oración y en ayuno y estudió la Biblia.
Esa es la fórmula que Jesús quiso que sus seguidores aprendieran: orar, ayunar, leer las Sagradas Escrituras , tener una fe inquebrantable y estar llenos del Espíritu Santo. Cuando el creyente hace estas cosas no hay diablo ni demonio que se resista. Es la fórmula de la victoria de Cristo.
Señor, ten misericordia de mi hijo que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua y lo he traído a tus discípulos pero no le han podido sanar.
Respondiendo Jesús, dijo:¡Oh generación incrédula y perversa. ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros?¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá.
Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella misma hora.
Vinieron entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?
Pero Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuvieréis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.
Pero este género no sale sino con oración y ayuno.
Mateo 17:14-21
El escenario está preparado. La lucha comienza. Jesús seguro de sí mismo. Ha terminado su ayuno, ha estado en continua comunicación con su Padre mediante la oración, tiene la protección de Dios. Está preparado, ha leído el libro de Deuteronomio, conoce las preguntas del adversario y sabe que su mejor arma contra Satanás es la espada de dos filos, es la Palabra de Dios, la palabra de su Padre.
Satanás se siente confiado. Sabe la condición física y mental de Jesús, debe estar muy cansado, su pensamiento no será tan ágil. Ha preparado su guía de preguntas. Ha delineado un plan de tres partes. Sabe por dónde atacar primero y tienen su oferta final.
Es algo maravilloso poder ver lo que ocurrió en el desierto ese día. Me siento como si estuviera sentado sobre una roca viendo esta gran duelo de palabras. Es algo maravilloso saber que mi Señor haría pedazos al diablo mentiroso.
Lo que allí sucedió nos debe de servir de ejemplo. Es imposible resistir las ofertas del diablo si no oramos, si no ayunamos, si no tenemos fe, si no estamos llenos del Espíritu Santo.
No luchamos contra un enemigo inofensivo, no podemos menospreciar la astucia y la inteligencia de Satanás, no debemos ignorar su habilidad para atraparnos con sus preguntas retóricas, ya que son su mejor arma para sembrar la duda y para confundirnos y hacer que perdamos nuestra fe en Jesús y en su Palabra.
Llegó el momento de la verdad: Allí está Jesús y al frente Satanás con sus piedras en las manos y sus preguntas a flor de labios. La noche del día 40 desfallece, muere atrapada por los brazos del nuevo día. Hay un silencio profundo en el desierto, todo es silencio, apenas el sol deja caer algunos rayos en la madrugada. La brisa se detiene, las nubes que cubren el desierto se detienen. El escenario es desolador, la vida parece escapar, los pocos animales se detienen, todo se detiene por un instante. El sol se detiene curioso, ¡qué importa perder unos segundo! Las ventanillas y las ventanas del palacio de Dios en el Tercer Cielo se abren. Millones de rostros hermosos lanzan sus miradas hacia el desierto.
Los demonios se comen las pezuñas, están nerviosos, no confían en las palabras de su líder, saben que será imposible vencer a Jesús, ellos saben que es el Hijo del Altísimos, saben que su jefe se preparó bien, lo habían visto leer las escrituras, especialmente el salmo 91, lo habían visto repasar su guía de preguntas, lo habían visto ensayar con uno de sus ángeles más brillante, pero aun temblaban, no se atrevían mencionar el nombre de Jesús.
Entonces se rompió el silencio, entonces todo fue expectación, entonces el Padre miró desde los cielos a su Hijo y le hizo una señal de victoria:¡You can, my son!, ¡Tú puedes Hijo mío!...
Y vino el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. S. Mateo 4:3
Vemos que Satanás comienza con su primera oferta. Sabe que el Señor tiene mucha hambre. Satanás es astuto, muy persuasivo, no lleva un pedazo de pan o un pescado, sino que lleva varias piedras. No lleva una piedra, sino varias. Esto lo hace para despertar la curiosidad en Jesús, para que vea que son varias las piedras y que dichas piedras él las puede convertir en varias tortas de trigo. Busca con esto engañar a Jesús a través de la vista.
Hizo lo mismo que hizo con la mujer. Hizo que Eva pusiera su mirada en el fruto. Y Eva cayó en la trampa. Pero Jesús conocía a su adversario y no dejó que aquellas piedras lo sacarán de comunión.
Satanás inició su tentación con el mismo estilo que utilizó con Eva:
¿Con qué Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Génesis 3:1
Satanás sabía lo que Dios le había dicho a la pareja. Pero distorsionó la verdad, pues Dios le había dicho que podían comer de todos los árboles menos del árbol de la ciencia del bien y del mal. Hizo una pregunta retórica, pues ya él sabía la respuesta y sólo deseaba sembrar la duda en Eva y en Adán.
Así comienza el proceso de la tentación de Jesús. Satanás sabe que Jesús era el Hijo de Dios, pero deseaba recordarle a Cristo que como Hijo de Dios, tenía poder para que aquellas piedras se convirtieran en pan. Satanás esperaba una reacción de Jesús inmediata. Esperaba que respondiera como Hijo de Dios y no como hombre. Espera que Jesús actuara con soberbia y dijera: Sí, soy el Hijo de Dios y para que vea que soy el Hijo de Dios voy a convertir esas piedras en pan.
Pero Jesús sabía por dónde iba Satanás, ni miró sus piedras ni entró a especular con él y tampoco a responder a su planteamiento inicial.
El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
S.Mateo 4:4
Jesús es categórico al responder: Escrito está. Jesús le cita parte del versículo 3 del capítulo 8 del libro de Deuteronomio.
...para hacer saber que no sólo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.
Deuteronomio 8:3
Con esa respuesta Jesús inicia su victoria y Satanás pierde el control, pierde la tranquilidad, hay gozo y alegría en el Tercer Cielo, mientras que los demonios y los ángeles caídos cambian de semblante.
Pero Satanás fue con un plan de tres alternativas, había fallado en la fase A, pero todavía le quedaban los pasos de la fase B y el de la fase C. Así que vuelve a la carga.
Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y lo puso sobre el pináculo del templo.
Y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo, porque escrito está:
A sus ángeles mandará acerca de ti y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.
S. Mateo 4:5-6
Ahora el diablo con astucia recurre al estilo de Jesús. También utiliza la palabra para dar validez a lo que dice. Satanás cita lo que le conviene del Salmo 91.
Y vuelve con la pregunta retórica: "Si eres el Hijo de Dios. En otras palabras demuéstrame quién eres. No digas que eres el Hijo de Dios, pruébame que lo eres. Además no te digo algo que no está en la palabra de tu Padre.
Aquí volvemos a ver la intención que tiene Satanás de provocar una reacción de parte de Jesús como Dios y no como hombre. Satanás espera que Jesús se llene de vanidad, de soberbia, de imprudencia y actúe como dice.
A veces escuchó a algunos creyentes retar al diablo, afirmar que ellos pueden desafiar a Satanás y que no temen a nada. Esa actitud es peligrosa. Cuando eso pasa el diablo nos ha ganado la batalla, pues reaccionamos como él quiere que reaccionemos.
Una vez un pastor dijo:"tengo al diablo aplastado con mi pie en su cuello".
No pasaron dos meses cuando el que lo aplastó fue el diablo, pues volvió a los vicios y se alejó de Dios.
A veces tratamos de persuadir a una persona que no cree en Dios para que crea. Hasta discutimos y presentamos mil argumentos, es posible que al final, por nuestra soberbia y altivez, por nuestra arrogancia, el diablo logre sembrar la duda en nosotros.
Nosotros no tenemos que probar la existencia de Dios, corresponde a los ateos probar que Dios no existe. Simplemente dijo el salmista: "Dijo el necio en su corazón, no hay Dios". Así nos libramos de la trampa de Satanás.
Jesús no se impresionó porque el diablo utilizara la Biblia, tampoco nosotros debemos impresionarnos cuando un ateo o un no creyente nos cita la Biblia para tratar de que hay contradicciones o de que los extraterrestres existen y muchas otras sandeces.
El hecho de citar la Biblia no garantiza nada. Por eso Jesús no le hizo caso a Satanás, Jesús sabía lo que decía el Salmo 91.
Jesús le dijo: Escrito está también: No tentará al Señor, tu Dios. S. Mateo 4:7
Jesús le cita a Deuteronomio 6:16
No tentará a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah.
Deuteronomio 6:16
Una vez más Satanás falla en su intento de tentar a Jesús. La batalla se ponía interesante, ya los demonios casi no tenían más uñas que masticar, en el Tercer Cielo todo era gozo, alegría. Satanás empezaba a perder el control de sí, sudaba como un viejo caballo bajo el sol candente del día, su boca estaba reseca, sentía su lengua pesada, estaba desesperado, sólo le quedaba una carta que jugar, la más importante, una oferta que nadie hubiera rechazado.
Los hermanos de todas las iglesias del mundo deben estudiar esta narración de la tentación con mucho cuidado, deben reflexionar sobre todo. Aquí podemos descubrir el estilo de Satanás para tentarnos, su estilo de hacer preguntas, de velar la oportunidad para atacarnos, para lanzar sus dardos venosos. Satanás no es un demonio tonto, Satanás es un Querubín dotado de sabiduría, inteligencia y hermosura.
Tiene la capacidad como querubín de asumir distintas formas para presentarse, lo mismo asume la forma de un animal como lo hizo en el huerto, o de ángel de luz como lo hizo en el desierto, puede aparecerse como un ángel portador de un mensaje como hizo con Mahoma y con todos los fundadores de sectas falsas que dicen que un ángel les entregó un nuevo mensaje.
El mayor error que puede cometer un creyente es subestimar la capacidad que esta criatura tiene para engañar.
Satanás puede inducir a cualquier cristiano, no importa su grado de santidad, a pecar, a apartarse del camino correcto, lo puede corromper, inducirlo a fornicar, a adulterar o a pervertir su ministerio. Satanás no es un ignorante, conoce mejor que muchos creyentes las Sagradas Escrituras y las utiliza para engañar, para corromper el evangelio, para introducir falsas doctrinas.
Jesús mismo no lo subestimó. Jesús sabía que tarde o temprano el diablo trataría de tentarlo y esperó el mejor momento para hacerlo. Jesús se preparó físicamente y espiritualmente. Jesús estudió el Antiguo Testamento, estudió el libro de Deuteronomio, las tres respuestas que Jesús le citó estaban en este libro.
Aquí vemos como nuestro Señor validó el contenido del Antiguo Testamento. Es triste que hoy muchos predicadores, pastores, teólogo quieran quitarle validez a las enseñanzas de estos libros. A veces sólo utilizan textos relacionados con los diezmos, las ofrendas o pasajes relacionados con el tema de la prosperidad material.
Hoy han borrado el versículo 22:5 de este mismo libro. Y han permitido que Satanás haya introducido en las iglesias el espíritu de Jezabel. La excusa es que aquello era para aquel tiempo y que vivimos tiempos modernos. Si Jesús hubiera pensado de esta manera no hubiera utilizado los versículo del libro de Deuteronomio, no hubiera hecho caso a la escritura y hubiera hecho lo que Satanás le decía que hiciera. Hubiera convertido las piedras en un banquete, le había probado a Satanás que el era Hijo de Dios lanzándose del templo y le hubiera aceptado todo cuanto le ofreció finalmente.
Jesús validó el libro de Deuteronomio haciendo uso de él para responder a Satanás. Si esos versículos tenían vigencia, también lo tiene el versículo del capítulo 22. (22:5).
Si analizamos esta tentación podremos aprender el método para librarnos de las tentaciones del diablo. Cristo estaba preparado. Había sido bautizado en el Jordán por Juan el Bautista, fue ungido por su Padre y se dedicó a orar y a ayunar. Esa es la receta para vencer y para obtener los dones espirituales.
Nadie crea que puede enfrentarse al diablo sin estar preparado, sin orar, sin ayunar, sin estudiar la palabra de Dios, sin tener el Espíritu Santo. Los discípulos no pudieron echar fuera el demonio del joven lunático, el padre lo llevó varias veces a ellos y nunca pudieron echar el demonio fuera y no lo pudieron hacer porque no estaban en ayuno ni en oración.
Nadie que no ayuna ni ora no espere que pueda expulsar demonios y sanar a los enfermos. Esa es la clave que Jesús nos da en esta lección. Jesús, que es el Hijo de Dios, tuvo que ayunar y orar durante 40 días y 40 noches para vencer la tentación, cuánto no más tendremos que orar y ayunar nosotros.
Ahora tenemos a Jesús: ¡Dos a cero!. Hay gozo en el tercer Cielo, ya preparan el banquete que le llevarán a Cristo al desierto una vez termine la tentación. Los ángeles se preparan, preparan la comida para su Rey. Pero falta la última carta. Falta la tentación mayor, una tentación en la cual la mayoría cae sin pensarlo mucho.
Satanás sabe que está vencido y está dispuesto a jugarse su última ficha. Los demonios ya no tienen uñas que comer, así que están inquietos y se golpean entre ellos, saben que su futuro sobre esta tierra depende de esa última movida de su jefe. Pero Satanás está angustiado, siente el peso de la derrota.
Pero aún así decide seguir adelante, entonces se dirije a Jesús:
Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,
y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.
S. Mateo 4:8-9
En verdad que este diablo se las trae. No respeta que aquel quien está a su lado es el Hijo de Dios. Pedirle a Jesús que lo adore como a un dios es lo más bajo en lo que ha caído este demonio.
Satanás está dispuesto a darle todos sus reinos, sus riquezas, su poder, su gloria con tal que Cristo lo adore.
Las iglesias del mundo deben aprender la lección. La última tentación de Jesús es la misma tentación en la cual Satanás ha sumido a muchas congregaciones.
Les ofrece riquezas, comercio, lujos, comodidades. Satanás está enviando a sus empresarios a las iglesias con su mensaje de prosperidad, hacer dinero para pagar sus programas de radio y televisión, para que la iglesia se involucre en ventas y en negocios. Es un atractivo.
Satanás le ofreció a Cristo riquezas, poder, reinos, fama. Eso es lo mismo que hoy le ofrece a muchas congregaciones. Su astucia es tanta que desgraciadamente está logrando sus objetivos, el problema de estos mensajes es que tarde o temprano Satanás introduce herejías y falsas doctrinas, y peor aun hace cae a ministros de la gracia de Dios.
Detrás de las riquezas caminan cogidos de mano la avaricia, la vanidad, la fornicación, el adulterio, el espíritu de Jezabel.
Satanás sabía que ese ofrecimiento era agradable, sabía que con ese ofrecimiento Jesús podría ser tentado, pero no logró su cometido con Jesús, y hoy anda por el mundo ofreciendo lo que no tiene a miles y miles de creyentes logrando engatuzarlos.
Ahí, en la cumbre del monte está el tentador. Enseñándole la majestuosidad del mundo, enseñándole sus tesoros, sus riquezas, sus reinos. Allí estaba el tentador que ya sentía la derrota en carne y hueso, que ya sentía que todo estaba acabado, pero que hacía su último intento desesperado por convencer a Jesús.
¡Qué engañados están todos aquéllos que ponen su mirada en las riquezas, en los bienes materiales, que suspiran por ser gobernantes y tener reinos bajo su poder! No saben que son tentados como lo fue Jesús. Todo eso es vanidad, pues nada de lo que tienen se lo podrán llevar cuando se mueran. Satanás se jugó la última carta. Lanzó su última bola al canasto pero falló. Su plan había fracasado, los demonios que observaban, sabiendo que la causa estaba perdida salieron como "almas que llevan al diablo" y en el Tercer cielo hubo gritos y aplausos y las trompetas sonaron y los ángeles cantaron.
El sol lanzó un latigazo de fuego que fue a parar en las costillas del diablo que se relambía del dolor. El silencio se hizo más profundo, sólo se esperaba el golpe mortal, sólo se esperaba la respuesta del Señor. Satanás no encontraba dónde meter su cara, su semblante estaba decaído, sentía una rabia que lo devoraba por dentro al ver a sus demonios salir corriendo, lo habían dejado solo en medio del desierto.
Entonces Jesús victorioso lo miró y le dijo:
Vete Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.
S. Mateo 4:10:11
La respuesta de Jesús fue contundente, respuesta que dejó al diablo sin aliento, sus ojos le dieron vueltas, sintió desfallecer y salió como un relámpago del lugar.
Jesús volvió a citarle el libro de Deuteronomio.
A Jehová tu Dios temerás, y a él sólo servirás, y por su nombre jurarás.
Deuteronomio 6:13
Jesús se mantuvo consistente, se mantuvo en la palabra, hizo del libro de Deuteronomio su espada de dos filos, su espada para librarse del tentador, Satanás se le olvidaron los textos de la Biblia y no pudo resistir la firmeza de Jesús.
Debemos aprender algo de esta tentación de Jesús. Nadie se escapa del tentador, todos podemos ser tentados por esta criatura. Satanás es muy astuto, a veces usa la Biblia para sus engaños. Satanás siempre tiene un plan de acción para atacarnos. Nadie por sí solo puede enfrentarse a él.
Hemos visto que Jesús estaba blindado con la palabra. Simplemente Jesús se mantuvo en la palabra, no cuestionó, no respondió a los ofrecimientos del diablo, no expuso sus puntos de vistas, sólo utilizó lo que ya estaba escrito, utilizó las palabras que su Padre le dio a Moisés unos 1500 años atrás.
Jesús validó el contenido del Antiguo Testamento, nada había cambiado, la palabra que fue buena para Moisés era buena para combatir al diablo.
Hoy debemos tener cuidado con lo que predicamos. "No todo lo que brilla es oro", no todo lo que se predica proviene de Dios. Hoy hay muchos que ignoran el Antiguo Testamento, que ignoran las enseñanzas que Dios le dio al pueblo e Israel y que Jesús las hizo buena para los gentiles. Satanás es astuto, tiene muchos recursos para persuadir, para engañar. Es capaz de hacer que la mentira se vea como la verdad y la verdad se vea como mentira.
Nadie duda que Dios bendice a sus siervos, Dios mismo nos dice que El conoce nuestras necesidades. Jamás nos faltará algo si tenemos fe en su palabra, si vivimos de acuerdo con su palabra, si hacemos su voluntad, si somos obedientes.
Satanás anda suelto como león rugiente, salió herido de esa batalla que perdió ante el Hijo de Dios, está furioso, le queda poco tiempo. En Ezequiel Dios prometió que lo destruiría para siempre y Juan vio su destrucción en el libro de Apocalipsis.
Pero Satanás y sus demonios siguen con nosotros, siguen trayendo desgracias a la humanidad. La única fuerza que lo detiene la Iglesia de Jesucristo y la presencia del Espíritu Santo. La Biblia afirma: "Resistid al diablo y huirá de vosotros".
Eso fue lo que hizo en el desierto, salió huyendo, derrotado.
Entonces Jesús levantó su rostro y vio a miles de ángeles que le servían, que le adoraban. Satanás fue al desierto con la idea de que Cristo lo adorara, pero Jesús le dijo:"Tú eres el que tiene que adorar y servir a tu Dios. Esas palabras quemaron la mente del diablo, quien tuvo que salir huyendo al ver que su plan había fracasado.
No hay riqueza más grande que tener un hogar en el cual el Señor sea el invitado de honor. A veces llevamos a nuestros hogares a personas que terminan destruyendo el mismo, sin embargo le negamos un espacio a Dios. Jesús desea habitar en medio de la familia, en medio de nuestros hijos.
Es triste ver en estos tiempos como en los hogares, aun en los hogares cristianos, no hay un espacio para Dios. Podemos sentarnos frente al televisor para disfrutar una película, buena o mala, sin embargo, no tenemos tiempo para hablar con nuestros hijos sobre las maravillas de nuestro Dios.
Desde pequeños inducimos a nuestros hijos por la senda equivocada. Le llenamos sus cuartos de dibujos y muñecos que son sus héroes, saben todo sobre ellos, pero nada saben de Jesús. Sus modelos de vida, sus héroes a veces son asesinos, drogadictos, gente pervertida y nada hacemos por enseñarles que hay un Dios al cual debemos adorar.
Naciones enteras que dicen en sus constituciones que Dios es el Creador y enseñan en sus escuelas y en sus universidades que somos producto de la evolución, es mejor ser ateo que un cristiano con tantas contradicciones. Dios es nuestro Señor y Jesús vino para que podamos retornar a la presencia de Dios.
Nosotros nada tenemos que probarle al mundo, no tenemos que hacer un esfuerzo mental para probar que Dios existe, pues nuestra comunión con Dios está sostenida por la fe. No hay una fuerza más grande en este planeta que la fe, Sin fe es imposible agradar a Dios.
Dios creó a la familia como un símbolo de lo que sería su iglesia. Así que debemos hacer de nuestros hogares en un lugar que agrade a Dios. Debemos dejar un espacio especial para nuestro Creador, cuando lo hacemos podemos sentir su presencia, su paz, su amor.
Debemos hacer lo que hizo Zaqueo, invitar a Jesús a entrar en nuestros hogares, entrar a nuestras vidas. Si usted es seguidor de un hombre o mujer y se siente feliz, cuánto no más sentirá si Jesús es su modelo de vida.
Cristo murió por nosotros, no para ofrecernos una mejor vida después de ésta, sino para que podamos ser felices aquí en la tierra. Cristo nos dejó su evangelio como un estilo de vida, no como una carga pesada como son las religiones del mundo.
Vivir con Cristo es vivir a plenitud, es sentir que estamos llenos de felicidad, de amor, es sentir la verdadera libertad, es sentir que vivimos a plenitud, que la luz, la verdad, la fe, la esperanza y la justicia brillan a nuestro alrededor.
La familia que le permite a Jesús entrar en su sala conocerá lo que es servirle a Dios, conocerá la fuente de vida, conocerá el amor puro, conocerá el objetivo de esta vida. Deja que la Estrella de Belén alumbre tu hogar, guíe a tu familia. Jesús venció al diablo en el desierto. Fue una derrota aplastante. Fue una historia que me fascina. Disfruto tanto ver a Jesús luego de cuarenta días y cuarenta noches de estar en oración y ayuno enfrentarse a este diablo buscón. Me fascina el estilo de Jesús, su serenidad, su capacidad de reacción, su paciencia, su dominio, su arte de responder.
Vemos en el desierto a un Satanás soberbio, altivo, engreído. Vemos a un Satanás confiado en su habilidad de atrapar a las personas con sus preguntas. Y vemos a un Jesús que se preparó muy bien para el encuentro.
Jesús fue consistente en el uso del libro de Deuteronomio. Jesús no hizo uso de razonamiento lógico, no debatió con Satanás sobre los planteamientos, no reaccionó a sus ofrecimientos. Jesús se limitó a responder:¡Escrito está!. Jesús se dedicó a darle una respuesta que ya estaba en las Escrituras.
A veces nosotros queremos convencer a alguien de que Dios existe, de que Jesús era lo que él decía que era, hasta discutimos tratando de imponer una respuesta. No nos damos cuenta que esa persona que hace esos planteamientos es un instrumento del diablo que lo utiliza para sembrar la duda y debilitar nuestra fe.
Jesús no tenía que probarle a Satanás que él era el Hijo de Dios, Jesús no tenía que poner a prueba lo que decía el Salmo 91. Jesús no tenía que probarle a Satanás nada. Así que Cristo no perdió el tiempo en darle una respuesta.
Nosotros no tenemos que probar nada. Nosotros vivimos por fe y no importa cuántos argumentos podamos expresar el necio seguirá siendo necio. A mí si alguien me dice que no cree en Dios, yo no le digo nada, simplemente le digo lo que dijo el salmista David: "Dijo el necio en su corazón, no hay Dios". Eso no lo digo yo, sino que,¡escrito está!
Satanás volverá a utilizar ese estilo de tentación, volverá a utilizar su estilo de preguntar, pero ahora él no irá personalmente, sino que utilizará a uno de los ladrones que estaban con Jesús en la cruz.
Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
S. Lucas 23:39
El diablo no se respetaba a sí mismo y trató de hacer lo que hizo en el desierto. Allá en el desierto Jesús le respondió. Pero aquí Jesús ni caso le hizo. Dios uso al otro ladrón para que le respondiera al diablo.
Jesús había ganado una batalla en el desierto, pero le faltaba ganar la guerra. Muy pronto, al finalizar sus tres años y medio del ministerio, entonces el Hijo de Dios ganaría la gran batalla.
Jesús murió en la cruz, luego resucitó al tercer día y posteriormente ascendió al Tercer Cielo en donde se encuentra esperando el gran día en que toda la humanidad podrá comprender que El era el que decía que era: El Hijo de Dios.
Y le veremos venir con gloria y poder. Y le veremos como lo que siempre ha sido: El Soberano de las naciones. El Rey de reyes y el Señor de Señores.
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