Es un fenómeno que se conoce desde el antíguo Egipto, y se basa en tormentas violentas que provocan pequeños tornados, arrastrando tras de sí diminutas ranas o pececillos.
No hace mucho en un pueblo de Alicante, en España, ocurrió este hecho, llamando la atención de los vecinos del lugar, que no daban crédito a lo que sus ojos veían: miles de ranitas del tamaño de una uña, todas iguales entre sí, caían y caían sin parar. Un fenómeno con explicación científica… pero digno de ver seguro.
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