Jueves 29 de julio de 2010
Y lo peor es que por ese mal mueren 14.400 niños, es decir uno cada seis segundos.
Estas cifras demuestran que las estadísticas divulgadas hace dos semanas de que 1.020 millones de habitantes en el mundo aguantan hambre es desalentador, pero lo que se esconde detrás es más dramático.
Pero a pesar de que quienes luchan contra ese mal son optimistas, la verdad es que factores como las sequías, las guerras, los conflictos internos, los desastres naturales, las malas políticas gubernamentales y la crisis económica y financiera están frenando su reducción e incluso en los últimos años se ha presentado un aumento.
Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el principal organismo que lucha contra ese flagelo, 10 millones de personas mueren cada año de hambre o enfermedades relacionadas con ella y representan más que los decesos generados por el VIH, la tuberculosis o la malaria, juntas.
Desafortunadamente, cuando se habla de hambre el lugar común para recordar esa tragedia son las imágenes de la hambruna que soportó Etiopía entre 1984 y 1985, las familias enteras sin hogar buscando refugio en las inundaciones en Bangladesh, o de los refugiados que huyen de la guerra en la República Democrática del Congo. No obstante, los hambrientos son personas de todas las edades, desde bebés cuyas madres desnutridas no pueden producir suficiente leche, hasta ancianos que no tienen familiares que los cuiden.
Así mismo, son los desempleados de los barrios marginales, los campesinos sin tierra que cultivan campos de otras personas, los huérfanos por causa del sida y los enfermos que necesitan alimentos especiales para sobrevivir.
Como se lo dijo a EL TIEMPO Alejandro Chicheri, portavoz del PMA para América Latina y el Caribe, "el hambre es una preocupación y urgencia diaria en todo el mundo, aunque más acentuada en los países pobres.
Las estadísticas indican que Asia es el continente donde más cantidad de población tiene problemas de hambre, con 642 millones de personas, seguida de África subsahariana con 265 millones, aunque esta última es la región del mundo donde los casos son más graves.
En América Latina hay 53 millones de hambrientos y las muertes de niños ascienden a 288 diarios (uno cada cinco minutos).
Meta incumplida
El tema del hambre está en todas las agendas sociales del mundo y dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio se establece que entre 1990 y el 2015 se debe procurar reducir a la mitad el número de personas que la padecen, pero la realidad es que esto no se está cumpliendo.
Para el funcionario del PMA, el principal factor que está poniendo en peligro esa meta es la crisis económica mundial, que ha destinado recursos hacia el salvamento de entidades financieras y sectores líderes. Mencionó que en el caso del organismo, el presupuesto con el que cuenta para atender las necesidades en 100 países con problemas es de 2.500 millones de dólares, aunque las necesidades reales son de 6.700 millones.
Y es que, al igual que un círculo vicioso, el ciclo de la pobreza no solo afecta a las víctimas durante toda su vida sino que también se transmite a sus descendientes. Así, una madre malnutrida engendrará un bebé con bajo peso. Se estima que 167 millones de niños menores de cinco años en el mundo tienen bajo peso debido a la malnutrición crónica. Esto significa que el 20 por ciento de todas las personas que sufren de hambre son niños.
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