Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras: Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien.’ (Salmos 139:14)
Vivimos en un mundo con asombroso diseño. La mayor de todas las creaciones es el mismo hombre, una máquina maravillosa: precisa y eficiente. El cuerpo humano tiene una estructura dinámica de huesos y cartílagos llamada esqueleto. El cual es flexible, con articulaciones y coyunturas que fueron hechas para moverse, por lo cual para eliminar fricciones dañinas, esas partes movibles están perfectamente lubricadas.
Las máquinas hechas por hombres están lubricadas sólo por fuentes externas; pero el cuerpo se lubrica a sí mismo al fabricar una sustancia parecida a la jalea en la cantidad apropiada cada vez que se necesita. Sí, el cuerpo es una máquina maravillosa, a pesar de los defectos por los errores de copia de genes (mutaciones) que se han acumulado desde la Caída del hombre traída por la Maldición (Génesis 3).
El cuerpo tiene una planta química mucho más detallada que cualquier planta que el hombre haya construido. Esta planta transforma la comida que consumimos en tejido vivo, e induce el crecimiento de la carne, sangre, huesos y dientes. Incluso repara el cuerpo cuando las partes son dañadas por accidentes o enfermedades. De este mismo proceso obtenemos la energía para trabajar y jugar.
Tan maravilloso que nuestros cuerpos pueden producir calor, o enfriarse con las gotas de sudor que se derramen desde millones de pequeñas glándulas en la piel. Su termostato automático es el que se encarga tanto del sistema de enfriamiento como del sistema de calentamiento, manteniendo la temperatura corporal en aproximadamente 37 °C (98.6°F).
El cerebro es el centro del sistema computarizado más complejo e inigualable. Computa y envía a través del cuerpo miles de millones de bits de información, que controlan cada acción, en un abrir y cerrar de ojos. En la mayoría de los sistemas computarizados, la información es transportada por partes electrónicas y alambres. En el cuerpo, los nervios son los alambres que transportan la información hacia y desde el sistema nervioso central. Y sólo en un cerebro humano hay probablemente más alambres, y más circuitos eléctricos, que en el sistema electrónico más complejo existente.1 Sí, este cerebro es algo maravilloso.
De hecho, mientras miramos en este preciso momento, estamos mirando gracias al cerebro. Aunque, claro está, el mensaje es enviado ahí por otra estructura maravillosa: el ojo humano. Las cámaras modernas operan bajo los mismos principios básicos que nuestros ojos, pero nunca han podido igualarlo. El enfoque y la apertura automáticos son exquisitos.
El sonido que oímos se está tocando en un perfecto y pequeño instrumento musical ubicado en nuestro oído. Las ondas sonoras bajan por el canal auditivo y son transportadas por los huesos del oído intermedio hasta el caracol, el cual está enrollado como un pequeño caracol de mar. La oreja externa opera en el aire. Pero el caracol esta lleno de líquido, y transferir ondas de aire a líquido es uno de los problemas más difíciles para la ciencia. Tres pequeños huesecillos son adecuados justamente para la labor que nos permite oír. Es interesante mencionar que el tamaño de estos huesos pequeños no cambia desde que nacemos.
El corazón es una bomba muscular que manda la sangre a través de cientos de miles de vasos sanguíneos. La sangre trasporta alimentos y oxígeno a cada célula diminuta. El corazón bombea un promedio de seis litros (1.5 galones) de sangre cada minuto, y en un día bombea suficiente sangre para llenar más de cuarenta cilindros de 200 litros (50 galones).
Sí, el cuerpo humano es una máquina maravillosa. El hecho de que cualquiera de estos aparatos exista demuestra que son el trabajo de un diseñador inteligente y talentoso, el mismo Dios Creador. ‘Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.' (Génesis 1:27).
La materia prima, los elementos básicos en nuestro cuerpo, pueden ser hallados en el 'polvo de la tierra'. Sin embargo, estos químicos no se pueden ordenar a sí mismos en tejidos celulares, órganos y sistemas. Esto sólo puede ocurrir dictado por una inteligencia.
El libro de Génesis enseña que Dios tomó 'polvo de la tierra', moléculas orgánicas, y formó al hombre, después sopló en sus fosas nasales aliento de vida. Es cuando el hombre se convirtió en espíritu viviente. Los seres humanos somos diferentes a los animales, ya que 'Dios creó al hombre a Su imagen' (Génesis 1:27). Nuestro cuerpo ha sido diseñado con la habilidad para transmitir a las próximas generaciones la información programada requerida para formar otra persona a partir de elementos simples. Somos más que sustancias que forman nuestro cuerpo. Somos una creación especial de Dios. El hombre es la obra maestra de Dios —La obra de sus manos, la corona de la creación.
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