ZHOUQU, China — Frente a la inminencia de una nueva tormenta tropical, los socorristas redoblaban el miércoles sus esfuerzos de búsqueda de los últimos sobrevivientes de los deslizamientos de tierra que el pasado fin de semana causaron más de mil muertos en el noroeste de China.
Los gigantescos aludes de barro causaron 1.117 muertos y 627 desaparecidos, anunció el miércoles el Departamento de Asuntos Civiles de la provincia de Gansu.
El balance precedente daba cuenta 702 víctimas mortales.
La catástrofe se produjo en un remoto paraje de la provincia de Gansu donde un tercio de la población es tibetana.
Unos 10.000 soldados y socorristas continuaban buscando el menor indicio de vida entre las montañas de barro.
Wang Dianlan, 50 años, fue encontrado vivo en su habitación repleta de barro del hotel Fuxing.
Otra persona fue rescatada pero no se conoce su identidad.
Dianlan sobrevivió comiendo fideos secos y comenzó a pedir ayuda recién el miércoles cuando se quedó sin comida. Estaba deshidratado pero estable, según la agencia de noticias China Nueva.
La esperanza de encontrar más sobrevivientes es cada vez menor ya que han transcurrido 72 horas después del desastre, indicaron los equipos movilizados en la localidad de Zhouqu, arrasada por el lodo.
"Los deslizamientos de tierra son peores que los terremotos", estimó un socorrista citado por China Nueva.
"Nos queda sólo un 1% de posibilidades de encontrar más sobrevivientes", agregó.
En momentos que se anuncian lluvias torrenciales por la proximidad del tifón Dianmu que acaba de golpear a Corea del Sur, los soldados recurren a excavadoras y explosivos para sacar los escombros que obstruyen el río Bailong.
Los pedazos de rocas y los escombros que retienen el agua crean una barrera natural que si cediera podría provocar una nueva catástrofe, afirma la agencia de noticias.
Las autoridades provinciales ya evacuaron las zonas más afectadas.
La población intenta sobrevivir como puede.
Decenas de miles de personas no tienen para comer ni acceso a agua potable y muchas rutas están dañadas, lo que hace casi imposible el transporte de víveres.
A esto se le agrega la dificultad de instalación de carpas para los damnificados debido a las condiciones del suelo, explicó
"Tenemos carpas, pero no tenemos dónde instalarlas", dijo Zhang Hongdong, un miembro de la Cruz Roja citado por China Nueva.
Como una caravana fúnebre, una noria de socorristas transportan los cadáveres sobre las camillas, constató una periodista de la AFP. Más lejos, varios ataúdes se acumulan sobre una carreta.
En una morgue improvisada, con un calor asfixiante, diez cuerpos esperan a ser identificados. Por culpa del olor insoportable, varios sobrevivientes se tapan la nariz, otros simplemente se alejan.
Cientos de médicos y enfermeros fueron enviados al lugar así como especialistas en la prevención de epidemias.
El ministerio de Salud había indicado el martes que no se constató ninguna epidemia por el momentos.
Las lluvias torrenciales en China dejaron más de 2.100 muertos o desaparecidos desde el principio del año y 12 millones de personas fueron evacuadas en el sur, en el centro y más recientemente en el noreste del país.
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