Castigo Lluvia de fuego y azufre
Uno de los castigos más espantosos contados en la Biblia es el que sufrió la ciudad de Sodoma. Dios hizo bajar del cielo fuego y azufre, y en cuestión de minutos acabó con todos sus habitantes. Desde entonces, el nombre de Sodoma quedó como símbolo de inmoralidad y perversión.
Pero, ¿qué pecado habían cometido aquellos hombres para merecer semejante condena? Suele decirse que fue el de la homosexualidad. Incluso existe en las lenguas modernas una serie de palabras, como sodomía (= homosexualidad), sodomita (= homosexual), sodomizar (= practicar la homosexualidad) derivadas del nombre de la ciudad. Sin embargo, si analizamos el relato bíblico vemos que se trata de una interpretación equivocada. ¿Cuál fue en realidad la culpa de los habitantes de Sodoma?
Un sobrino muy atento
El texto se encuentra en Génesis 19. Comienza diciendo que a Dios le habían llegado rumores del pecado que cometían los sodomitas, y decidió enviar dos mensajeros para averiguar si era cierto lo que se decía (Gn 18,32). Los enviados de Dios “llegaron a Sodoma al atardecer, mientras Lot estaba sentado a la entrada de la ciudad. Al verlos, Lot se levantó, y haciéndoles una gran reverencia les dijo: «Por favor, señores, vengan a mi casa a pasar la noche. Allí podrán descansar, y mañana temprano podrán seguir viaje»” (Gn 19,12).
Lot era sobrino de Abraham. Se había separado hacía tiempo de su tío, y vivía en la ciudad de Sodoma, donde había prosperado y comprado una casa en la que vivía con su familia. Sólo él tuvo la gentileza de acercarse esa tarde a los forasteros que llegaban y ofrecerles alojamiento. Los demás habitantes los ignoraron completamente.
En un principio los recién llegados no aceptaron la invitación, y le dijeron: “«No, gracias, pasaremos la noche en la plaza». Pero Lot les insistió tanto, que al fin aceptaron ir y se hospedaron con él. Lot les preparó comida, y ellos cenaron” (Gn 19,23).
Dispuesto a entregar a sus hijas
Pero esa noche, cuando los enviados divinos se preparaban para dormir, un griterío que venía de la calle invadió el interior de la casa. Lot se asomó a la ventana y quedó espantado.“Todos los sodomitas, es decir, los habitantes de la ciudad, se habían agolpado alrededor de la casa. Estaba el pueblo entero, sin excepción alguna, del más joven al más viejo. Y empezaron a gritar a Lot: «¿Dónde están esos hombres que vinieron a tu casa esta noche? Sácalos para que tengamos relaciones sexuales con ellos»” (Gn 19,45).
Lot no podía permitir semejante atropello. Los recién llegados eran sus invitados. En su desesperación buscó una solución extrema. Salió de la casa y les dijo “«Por favor, no cometan esa perversión. Tengo dos hijas que son vírgenes. Se las traeré para que hagan con ellas lo que quieran. Pero no hagan nada a estos hombres, porque son mis invitados». Ellos respondieron: «Apártate de ahí. Tú no eres más que un inmigrante; ¿y quieres convertirte en juez? A ti te trataremos peor que a ellos». Y se abalanzaron sobre Lot para voltear la puerta” (Gn 19,69).
La incredulidad de los yernos
Los sodomitas estaban a punto de golpear a Lot, cuando intervinieron los enviados de Dios. “Lo hicieron entrar y cerraron la puerta. Entonces provocaron la ceguera de todos los que estaban afuera, jóvenes y viejos, de manera que ya no podían hallar la puerta. Después dijeron a Lot: «Saca de la ciudad a tus hijos, hijas, y a cualquier otro familiar que tengas, porque vamos a destruirla. Dios se ha enterado del pecado de esta gente, y nos ha mandado a arrasarla»” (Gn 19,10-13).
Entonces Lot comprendió quiénes eran los jóvenes que había alojado: eran mensajeros divinos. Llamó, pues, a sus yernos, unos jóvenes de la ciudad que estaban por casarse con sus hijas, y les dijo: “«Rápido, salgamos de aquí, porque Dios va a destruir la ciudad». Pero sus yernos pensaron que era una broma”. La negativa de sus futuros yernos hizo dudar también a Lot, que ya no sabía si creer o no a sus huéspedes.
Cuando comenzaba a amanecer, Lot seguía dando vueltas, sin decidirse a huir. “Los mensajeros lo apuraron diciendo: «Vamos, saca a tu mujer y a tus hijas para que no sean destruidos cuando castiguemos la ciudad». Pero como Lot se demoraba, los hombres tomaron de la mano a él, a su esposa y a sus dos hijas, y los sacaron de la ciudad” (Gn 19,14-16).
Viudo por curiosidad
Mientras huían, los mensajeros ordenaron a Lot: “«No mires hacia atrás, ni te detengas. Huye a las montañas para no ser destruido»”. Lot, viendo que sus fuerzas no le alcanzaban, replicó: “«No podré llegar a las montañas. Aquí cerca hay una ciudad pequeña, llamada Soar. Déjame refugiar allí». Ellos respondieron: «Está bien, pero apúrate, porque no podremos hacer nada hasta que llegues allí». Cuando el sol amanecía, Lot entró en Soar. Entonces Dios hizo llover desde el cielo azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Así destruyó esas ciudades y toda la región de la llanura, junto con sus habitantes”.
Pero al final ocurrió una tragedia. La mujer de Lot, sintiéndose ya segura en Soar, no resistió a la curiosidad, y desobedeciendo la orden de los ángeles se dio vuelta para ver el cataclismo. Al instante quedó convertida en estatua de sal. Con este triste detalle, termina el relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra.
¿Es éste un hecho histórico? Hoy los estudiosos sostienen que se trata de una leyenda, que pretendía explicar la extraña topografía de la región. En efecto, Sodoma se hallaba situada al sur del Mar Muerto. Y éste es un lugar sombrío e inhóspito, geológicamente inestable, con permanentes terremotos y movimientos sísmicos (unos 200 temblores al año). El suelo está lleno de azufre y alquitrán, altamente inflamables. Una gruesa capa de sal recubre la superficie del lugar, impidiendo cualquier forma de vida. En los alrededores se ven montañas y prominencias salitrosas, algunas de las cuales se asemejan a estatuas de personas hechas de sal. Un paisaje tan desolado, en medio de una Tierra tan Santa, sólo podía provenir, pensaban los israelitas, de algún horrible pecado cometido por sus antiguos moradores. Y así surgió la leyenda de Sodoma.
Todos estaban en la puerta
Pero ¿cuál es el pecado que aparece en el relato que leímos? Casi todos los lectores sostienen que es el de la homosexualidad. Sin embargo, esto sería sólo uno de los pecados, no el único. ¿Por qué?
Primero, porque el texto dice que todos los habitantes de Sodoma (la palabra hebrea enoshim, “habitantes”, alude tanto hombres como mujeres), participaron del asalto a la casa de Lot. Por lo tanto, la agresión a los huéspedes no parece haber sido un acto exclusivamente homosexual. Había también mujeres.
Segundo, porque el hecho de que Lot se ofreciera a entregar a sus hijas, indica que muchos de sus vecinos tenían intereses heterosexuales. Si no, no habría tenido sentido tal ofrecimiento. Las hijas de Lot estaban comprometidas con hombres de Sodoma, lo cual demuestra también que no todos los sodomitas tenían inclinación hacia el mismo sexo.
Pero el argumento más fuerte en contra de que el pecado más importante cometido fuera el de homosexualidad es el hecho de que, a lo largo de la Biblia, muchas veces se menciona a Sodoma, y ningún autor dice que realizaran esa práctica.
El silencio de la tradición
En efecto, el primero en recordar los vicios de So-doma es el profeta Isaías, en el siglo VIII a.C. Y dice que consistían en la práctica de un culto superficial, la opresión de los más pobres (Is 1,10-17) y la corrupción de los jueces (Is 3,9).
En el siglo VII AC, Jeremías da otra versión. Dice que su maldad era el adulterio, la mentira y el no arrepentimiento (Jer 23,14).
En el siglo VI a.C., Ezequiel afirma que fue el orgullo, la gula y la pereza (Ez 16,49-50).
En el siglo II a.C., el libro del Eclesiástico la identifica con la soberbia (Eclo 16,8).
En el siglo I a.C., el 3º libro de los Macabeos (una obra apócrifa judía) dice que era la arrogancia o orgullo(3 Mac 2,5).
O sea, en todo el Antiguo Testamento, escrito a través de varios siglos, no hay un solo testimonio de que en Sodoma se practicara la homosexualidad.
El Nuevo Testamento también habla varias veces del pecado de Sodoma. San Mateo (10,14-15; 11,23-24), San Lucas (10,12; 17,29), la 2º carta de Pedro (2,6-8), el Apocalipsis (11,7-8), pero ninguno precisa cuál era. Sólo la Carta de Judas (1,7) hace una pequeña alusión: “También Sodoma y Gomorra fornicaron y fue-ron tras una carne diferente” (es decir, no humana sino de ángeles). O sea que el pecado habría consistido en querer unirse sexualmente a seres de otra especie, como eran los ángeles. No se trata solamente de la homosexualidad.
Se modifica el pecado
Pero en el siglo II a.C. se produjo un cambio en la interpretación. Los judíos habían empezado a tener más contacto con las ciudades griegas, y veían cómo en ellas la homosexualidad no sólo era frecuente, sino incluso socialmente aceptada. Esto provocó un fuerte llamado de atención, pues muchos judíos corrían el pe-ligro de adherirse a las nuevas ideas, a pesar de que la homosexualidad estaba ya expresamente condenada en Dt 23,19 y Lv 20,13; y antes, en los profetas. Enton-ces, para expresar de manera contundente la maldad de esa práctica, empezaron a mencionar la historia de Sodoma como ejemplo de rechazo divino hacia ella.
La primera referencia a la nueva interpretación es-tá en un libro apócrifo judío, del año 50 a.C., llamado El Testamento de Neftalí (4,1), donde por primera vez se identifica a los sodomitas como homosexuales.
La segunda mención se encuentra en otra obra apócrifa judía, El 2º libro de Enoc (10,3), también del año 50 d.C.
Luego tenemos al escritor judío Filón de Alejan-dría, quien en su obra De Abrahamo (26,134-136), cri-ticando las inmoralidades de la Alejandría del siglo I, cuenta que los sodomitas tenían el infame vicio de unirse a hombres como si fueran mujeres.
Más tarde, el historiador Flavio Josefo, en su libro Antigüedades Judías del año 93 d.C. cuenta lo mismo, y es el primero en usar la palabra “sodomía” para refe-rirse a la práctica homosexual en general.
Así, pues, a fines del siglo I d.C. se había generali-zado entre los judíos la idea de que el pecado de So-doma era el de la homosexualidad.
Esta nueva interpretación pasó después al cristia-nismo, y muchos escritores de la Iglesia (como san Clemente de Alejandría, San Juan Crisóstomo, San Agustín, Efrén el Sirio, Tertuliano) aceptaron sin titu-beos que la falta de Sodoma fue su afición a la práctica homosexual.
Por un pecado más grave
Pero entonces, aparte de la homosexualidad, ¿cuál es la otra intención del relato de Sodoma? ¿Qué otro vicio pretendía también condenar? Hoy los estudiosos sostienen que este texto intentaba condenar, sobre to-do, la falta de hospitalidad.
En efecto, en el mundo antiguo, y especialmente en Israel, una de las obligaciones sociales más graves que había era la de ofrecer alojamiento al extranjero. Los profetas la tenían entre las virtudes principales (Is 58,7). El santo Job dice haberla practicado siempre en su vida (Jb 31,32). Era una acción tan noble que hasta Dios la practica (Sal 39,13). Su observancia era capaz de limpiar cualquier pecado, como se ve en la historia de la destrucción de Jericó, donde Dios exterminó a todos sus habitantes excepto a una prostituta (a pesar de que la prostitución es un pecado grande en la Biblia), porque ella unos días antes había dado hospitalidad a dos hebreos en su casa (Jos 6,22-25).
La ley de hospitalidad era sobre todo un principio de supervivencia en el oriente antiguo. Su objetivo era el de ofrecer al peregrino techo, comida y cama para protegerlo de los peligros del viaje.
Por eso cuando los mensajeros divinos llegaron a Sodoma, Lot les ofreció alojamiento en su casa en cumplimiento de esta norma. En cambio los sodomitas, insolidarios, prefirieron divertirse con ellos. Y no en-contraron mejor manera de humillarlos que “rebaján-dolos” a la condición de mujer (ya que en aquel tiempo la mujer era considerada un objeto, no una persona. Esta insociable acción contra los enviados de Dios confirmó lo que se sabía de ellos: que no eran hospita-larios, razón por la cual Dios decidió exterminarlos. Un pueblo así no merecía vivir.
En conclusion los pecados de los sodomitas fueron:
orgullo o soberbia.
saciedad de pan o gula.
ociosidad.
falta de hospitalidad.
no compartir el pan.
no vestir al desnudo.
maldad en general incluyendo crimen,violaciones, adulterio, mentira etc.Oseas 4:1-3
perversiones sexuales incluyendo homosexualidad y busqueda de carne diferente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario