martes, 4 de mayo de 2010

Obama llevará a palestinos e israelíes a la mesa de diálogo

Presuntos pactos secretos para frenar la colonización en Jerusalén Este, pero sin que la ultraderecha judía se entere para que no haga saltar el proceso por los aires. Ultimátum norteamericano: si las partes no colaboran, Washington, la ONU, la UE y Rusia harán frente común en otoño y dictarán lo que hay que hacer. Amenazas palestinas de abandonar la mesa en cuanto se detecte la construcción de «una sola casa» en los asentamientos. Hosni Mubarak advierte que los árabes no aceptarán soluciones temporales. El Rey de Jordania presagia una ola de violencia.
A juzgar por el intercambio de desafíos, mensajes cifrados y avisos de semejante índole que filtran estos días periódicos de toda la región, se diría que Oriente Próximo está al borde de una guerra..., cuando de lo que se trata es del anuncio, -«inminente», según fuentes oficiales-, de que israelíes y palestinos vuelven a hablar de paz.
Ocho días después de marcharse con las manos vacías. el enviado especial de EE.UU. y mediador, George Mitchell, regresó anoche a Jerusalén, presumiblemente con todo atado para que, entre esta semana y la próxima, se declare el inicio de las negociaciones de la era Obama. Las primeras desde que, hace 18 meses, Mahmmud Abbás cancelara el agónico proceso abierto en Anápolis en tiempos de George Bush, en respuesta a la invasión de Gaza en 2009, que dejó más de 1.400 muertos.
Si aquellas fueron conversaciones de fogueo, en las que casi nadie creyó, las que están a punto de arrancar lo harán marcadas por la reciente crisis entre EE.UU. e Israel, y las posteriores presiones con las que la Casa Blanca ha hecho entender a Netanyahu que su paciencia se acaba.
Fruto de ellas, el Gobierno israelí ha procedido a la «completa congelación» de obras en los barrios judíos de Jerusalén Este, y los palestinos tendrán que conformarse para sentarse a negociar. Pero la desconfianza mutua es extrema. «No voy a difundir falsas esperanzas, pero no voy a perderlas a pesar de que no vea que haya en Israel un interlocutor que desee la paz», decía Abbás este fin de semana. Al parecer, ambas partes buscan asegurarse de antemano que, cuando todo falle, la culpa será del otro.

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