SANTIAGO, mayo 15.- Cientos de temblores han afectado a la zona centro-sur del país luego del terremoto del pasado 27 de febrero. Desde el primer momento los sismólogos advirtieron que debido a la magnitud del movimiento telúrico, las réplicas se podrían extender hasta por más de un año, sin embargo, los expertos están preocupados por el número y la extensión de la zona en que se han registrado.
Ocurrido el cataclismo, un grupo de investigadores franceses se trasladó a Chile para estudiar el fenómeno y sus consecuencias. Gracias a una red de cooperación entre el país galo y la Universidad de Chile, ya existía una red sísmica operando y que fue potenciada con nuevos equipos.
Gracias a esta compleja red, el sismólogo francés, Jean-Pierre Vilotte y el chileno Jaime Campos, han podido monitorear cada uno de los movimientos sísmicos que han sucedido al terremoto y que les han generado más de una interrogante. “Hay una distribución de réplicas que en número y magnitud es anormal”, sostienen.
Las posibles causas de este fenómeno, según el experto galo, todavía son objeto de análisis y las líneas de investigación son tres. La primera postula que todavía esta distribución geográfica todavía no es definitiva, por lo que sería apresurado aventurar conclusiones. Otra teoría es que este terremoto tiene un comportamiento “anormal” comparado con otros eventos similares y, por último, que esto podría deberse al gran déficit de temblores (laguna sísmica) que existía en la zona afectada por el movimiento de febrero.
Otro de los aspectos que preocupa a Vilotte es que “no hemos tenido réplicas importantes esperadas”. Es decir, a más de dos meses del terremoto, todavía podrían producirse sismos de magnitud importante.
El académico del Centre National de la Recherche Scientifique añade que el megasismo de febrero “nos dio algunas lecciones que deberíamos meditar sobre ellas”. Con esto apunta a la planificación futura para enfrentar las inevitables catástrofes futuras de este tipo, como la que es espera para el norte del país, donde hay una laguna sísmica desde el siglo XIX y que podría generar un cataclismo como el de Cobquecura.
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