Los tiempos parecen agotarse en Medio Oriente. Extraños y peligrosos realineamientos, ratificación de frentes y nuevos posicionamientos bélicos empiezan a producirse entre el eje EEUU-Israel-UE, y el eje Irán-Siria-Líbano-Gaza, por el otro. ¿Será el fin de la estrategia disuasoria y el principio de otra escalada bélica en Medio Oriente? ¿Se termina el frente diplomático y comienza un desenlace militar? Los expertos pronostican que sí.
Lo que llama la atención es que expertos de Rusia, Europa y EEUU casi ya dan como un hecho seguro otro estallido armado regional.
Y los pronósticos no son alentadores: Esta vez, el conflicto parece haber rebalsado los espacios locales avanzando hacia un desenlace generalizado de un triple conflicto, cuyas mechas de ignición se sitúan en Gaza y en Libano.
Mientras tanto, la señales y los hechos se siguen sumando. Y la escalada (que se mantenía entre el juego diplomático y las amenazas) parece orientarse hacia una resolución militar.
Con un detalle más inquietante aún: EEUU y las potencias (con el boicot de China y Rusia) fracasaron en un nuevo intento para aislar y estrangular a Irán en la ONU y presionarlo para que detenga la faz "militar" de su proyecto nuclear.
Mientras, Israel no tuvo éxito en su empeño de trazar una cuña de separación entre Moscú y Teherán. Estos dos puntos, marcan una especie de saturación que hace temer a los expertos algún "hecho consumado" por parte de la potencia judía en Medio Oriente.
Desde hace varios meses, Israel sigue sumando señales y advertencias sobre la posible activación de un desenlace militar en el escenario conflictivo de Medio Oriente que podría abarcar tres frentes simultáneos: Irán, Gaza y Líbano, a los que podría incorporarse Siria.
El alto mando israelí y sus servicios de inteligencia, actualizan constantemente los "fundamentos" de operaciones planificadas contra Gaza, los búnkeres de Hezbolá y las usinas nucleares de Teherán.
Estos objetivos (casi explícitos) marcan la agenda del alto mando militar judío que en mayo pasado realizó ejercicios militares en gran escala con simulación de una guerra regional y de una Intifada.
Mientras tanto, y en varios frentes simultáneos abiertos, se producen crecientes operaciones cruzadas de acción psicológica intimidatoria entre Tel Aviv, Teherán y Damasco, y reuniones constantes de alto nivel en Washington y Tel Aviv.
Lo que hace presagiar, según analistas árabes, judíos y estadounidenses un desenlace militar activado por la plana mayor israelí que busca -según su propia definición- desactivar la capacidad nuclear de Irán antes de que consiga la bomba, impedir que Hezbolá siga incrementando sus arsenales militares en Líbano y que Hamás vuelva a solidificarse en Gaza.
En ese escenario, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad,y el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, mantuvieron el jueves una sorpresiva cumbre con el presidente sirio, Bashar Assad, sellada con una cena en Damasco.
De acuerdo con los trascendidos oficiales, se trató de una reunión especifica para abordar el tratamiento conjunto de las "las amenazas de Israel".
Más allá de su agenda, la reunión es considerada como una "señal clave" atendiendo al hecho de que es la primera vez que esos líderes mantienen un encuentro público en medio de una escalada notable del conflicto durante los últimos días.
Con otro dato adosado: Ahmadineyad se reunió también con distintos líderes de las facciones palestinas en Siria, incluyendo al líder político de Hamás, Khaled Meshal, el vicesecretario general de Jihad Islamico, Ziad Nahla, y con Ahmed Jibril, líder del Frente Popular por la liberación palestina.
Durante la reunión con los líderes palestinos, el presidente iraní afirmó que cualquier ataque israelí será respondido con un contraataque. "Si los sionistas quieren repetir sus errores nuevamente, deberán ser desarraigados desde su raíz", dijo. "Este régimen criminal está condenado, y la gran victoria es inminente", desafió.
Ahmadineyad realizó comentarios similares tras su reunión con Assad. En una conferencia de prensa brindada en Damasco, los dos presidentes enviaron un mensaje claro hacia Israel, señalando que cualquier movimiento militar israelí podría derivar en un conflicto masivo con todas las naciones árabes de la región.
Mientras tanto, y fracasados nuevamente todos los intentos de diálogo con el régimen de Tel Aviv, el polvorín social de Gaza volvió a activarse nuevamente.
En ese marco, más de 300 palestinos se enfrentaron el jueves con fuerzas israelíes en Hebrón, en el 16 aniversario de la matanza de 29 palestinos en la Tumba de los Patriarcas.
La del jueves es la cuarta jornada consecutiva en la que se producen choques en la ciudad luego de que el Estado judío anunciara sus intenciones de declarar la Tumba de los Patriarcas y la Tumba de Rajel, en Belén, parte del patrimonio nacional.
El jefe negociador palestino, Saeb Erekat, calificó la decisión israelí de "unilateral" y destinada a "convertir lugares palestinos en Hebrón y Belén en parte de Israel, lo que demuestra que no hay un interlocutor para la paz, sino una potencia ocupante que trata de consolidar su presencia en tierra palestina".
Por su parte, el jefe del gobierno de Hamás en Gaza, Ismail Haniye, llamó el jueves a la población de Cisjordania a lanzar la tercera Intifada en respuesta a la decisión de Israel de declarar patrimonio nacional la tumba de Rajel, en Belén, y la de los Patriarcas, en el corazón de Hebrón, aprobada el pasado domingo por el Gobierno de Biniamín Netanyahu.
El líder de Hamás solicitó a los dos millones y medio de palestinos que habitan en Judea y Samaria que respondan con "una Intifada y una respuesta práctica" a la medida israelí, que ya ha generado dos días de disturbios en Hebrón.
Haniye exhortó además al mundo árabe a "apoyar la resistencia" ante lo que consideró un intento del Estado judío de "enterrar los signos islámicos y palestinos".
Si bien los frentes del conflicto interno con Israel son permanentes, lo que sorprende a los analistas de Europa y de EEUU es la coincidencia de tres factores: La cumbre inédita de los tres líderes claves en Damasco, un incremento de las acciones armadas en Gaza, y la ratificación del apoyo del eje Rusia-China a la causa islámica en Medio Oriente.
Son señales continuas y escalonadas que van convirtiendo la región en nuevo foco potencial de múltiples desenlaces a punto de estallar a corto plazo.
Con un dato adosado: Israel tiene sentada jurisprudencia en los ataques sorpresivos (como en Gaza y en Líbano), lo que hace temer a los observadores que el tan temido "hecho consumado" de un ataque militar a las usinas nucleares iraníes, desate un conflicto generalizado en Medio Oriente.
En octubre pasado, Israel y EEUU realizaron maniobras militares conjuntas en alta escala de sus fuerzas aéreas, en la que simularon la neutralización de ataques con misiles (provenientes de Irán, Libano y Gaza, y posiblemente Siria) al Estado judío y su detección y neutralización en vuelo, mediante radares y escudos defensivos.
Los últimos acontecimientos parecen encaminarse definitivamente hacia un desenlace casi cantado por la mayoría de los analistas árabes y occidentales.
La situación parece rebalsar en todos los frentes, y son casi nulos los espacios que quedan para una nueva negociación diplomática distractiva en la ONU.
Como dice un experto: Medio Oriente es un polvorín con varias mechas. Cualquiera de ellas puede encender escalonadamente a las otras en cuestión de horas.
Las líneas de negociación se agotan una tras otra, y el frente militar cobra cada vez más protagonismo.
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