Se cuenta la anécdota de un hombre que llegó a la puerta del cielo. El ángel Gabriel era el encargado de atender a los que llegaban. El hombre dijo: «Toda mi vida he sido bueno y obediente. Demando que me dejes entrar». «Esto es muy sencillo», respondió el ángel. «Solamente necesitas mil puntos para entrar. Dime las cosas buenas que has hecho y acumularás los puntos necesarios, y entonces podrás entrar en el reino de los cielos».El hombre comenzó a enumerar lo que parecían ser cosas de peso: «Mira, Gabriel, durante cuarenta años de mi vida he sido fiel a mi esposa. Nadie puede acusarme de infidelidad». «Excelente —dijo el ángel—. Tienes tres puntos». «¿Qué? Cuarenta años soportando a una mujer de carácter difícil, ¿y solo me das tres puntos?», señaló el hombre. El ángel replicó: «Sí, y no hables mal de la esposa que Dios te dio, porque te puedo quitar los puntos que te di por serle fiel».Aunque no podía creerlo, el hombre continuó: «Toda mi vida he sido vegetariano». El ángel replicó: «Te felicito por cuidar el templo de Dios. Tienes dos puntos más». El hombre casi sufrió un colapso y, enojado, le dijo: «Toda mi vida comiendo carne de soja, absteniéndome de la jugosa carne de res y las deliciosas hamburguesas; cuarenta años comiendo cebollas y brócolis, que no tienen un sabor agradable, ¿y solo dos puntos?» El ángel le dijo: «Sí, y, por favor, no hables mal de la dieta de Dios o te quito los dos puntos que ya te di».El hombre, encendido en cólera, continuó: «Desde que acepté el evangelio, he devuelto mis diezmos y, además, doy la mitad de mi salario en ofrendas para el avance de la obra de Dios. ¿Cuánto me das por eso, Gabriel?» El ángel le dijo: «¡Qué linda causa! Es algo muy noble lo que has hecho. Tienes un punto».El hombre explotó en cólera: «¿Sabes qué, Gabriel? Al paso que llevas, solo entraría al cielo por la gracia de Dios». El ángel saltó, lo tomó de la mano, y le dijo:—Acabas de ganar mil puntos. ¡Bienvenido al cielo!La verdad gloriosa del evangelio es que la salvación no es una transacción entre Dios y nosotros. No es una recompensa por las buenas obras que hayamos hecho. En la salvación no hay sitio para el mérito humano, ni para ninguna glorificación humana. La salvación es el don de Dios. El cielo estará lleno de las proezas de Cristo y las alabanzas a Dios.
que Dios te bendiga.
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