Mientras los ojos de la Unión Europea estuvieron y están en la recuperación de Grecia y en evitar que España coja los mismos caminos de los griegos, Hungría apareció como un fantasma para decir que también afronta una situación fiscal grave y su viabilidad económica está comprometida.
El anuncio del gobierno húngaro, permeado además por una crisis de confianza mayor porque terminó aceptando que sus presupuestos fueron "falseados" para encubrir los problemas, llevaron de nuevo al euro hacia una zona de peligro y con él la frágil estabilidad de la moneda común europea.
Todas las bolsas del mundo cayeron abruptamente ante el nuevo conato de crisis en la llamada zona euro y la moneda cayó a su nivel más bajo en los últimos cuatro años. Hoy, el euro está a 1,19 por dólar y los expertos no dudan en pensar que podría estar al mismo nivel si no se afronta con rapidez esta nueva crisis.
El panorama no es mejor dado los pronósticos de crecimiento para la zona euro, que según el Fondo Monetario Internacional, estarán en niveles no superiores al 2 por ciento. A eso se suman los datos de desempleo en los Estados Unidos, que siguen por encima del 10 por ciento y con muy pocas probabilidades de mejoría, a pesar de que las solicitudes del seguro de desempleo se redujeron en casi 10 mil, en mayo.
El panorama fiscal europeo está alcanzando niveles de desconfianza y, por eso, los ministros de Hacienda y gobernadores de los bancos centrales hicieron ayer un llamado a la cooperación internacional para evitar que una epidemia de desconfianza dé al traste con los esfuerzos que se están haciendo para recuperar la debilitada economía de la UE.
Nadie quiere dejar abierta la posibilidad de que se produzca una situación parecida a la de 2008, cuando la quiebra de Lehman Brothers sacudió la economía mundial y produjo una crisis superior a la del 29 en los Estados Unidos.
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