jueves, 24 de junio de 2010

¡Un nuevo comienzo!

El fue exiliado a la pequeñita isla de Patmos en el Mar Egeo para trabajar en las minas porque el fue un fiel y valiente predicador del Señor. Y fue ahí donde el último apóstol sobreviviente recibió “La Revelación de Jesucristo”. El emperador Domiciano de Asia Menor había mandado a Juan lejos para silenciarlo, pero en cambio Dios abrió los cielos para permitir que su eterna luz brillara a través de Juan y para aquellos quienes pusiesen su confianza y fe en el Señor.
El emperador hubiese tenido éxito en sacar a Juan de las calles de Asia menor para silenciar sus prédicas pero las palabras dejadas por Juan desde la isla de Patmos han tenido un impacto eterno en los Santos de la Iglesia del Siglo. Es a través de Juan que se nos es dado un vistazo de nuestro futuro, el fin de la historia de la humanidad, y el inicio de un nuevo mundo para aquellos quienes amen y sigan al Dios Altísimo. Pero sobre todo, Yahushua-Jesús nos dio esperanza, porque cuando todo sea dicho y hecho, Yahushua/Jesús tendrá la victoria sobre el pecado y la maldad de este mundo y destruirá a aquellos quienes se reúnen alrededor de su propio estandarte junto a su infame líder Satanás.
Juan observó como Yahushua/Jesús afirmó Su control soberano de la iglesia y como El pudo bendecir a esta con Su presencia o maldecirla con Su ausencia. El vio la apertura del séptimo Sello de los Juicios y el sonido de la séptima Trompeta de los Juicios de Dios. El observó el final derramamiento de Su venganza a través de las siete Copas de Su Ira. A él le fue dado los eventos del Período de la Tribulación de principio a fin. El contempló el surgimiento de una iglesia global y un gobierno mundial y el asesinato de los fieles con el apoyo de la entonces impuesta iglesia mundial y el Anticristo. El vio el surgimiento al poder del Falso Profeta y del Anticristo y como ellos dirigirían el mundo al borde de la aniquilación a través de las mentiras de paz y prosperidad.
Juan observó el surgimiento y la posterior destrucción de la Gran Ramera – la única iglesia mundial y la ciudad capital del imperio del Anticristo. El contempló las multitudes quienes recibirían la marca del Anticristo convirtiéndose en propiedad del mismo Satanás en cuerpo, alma y espíritu.
El vio el odio y desprecio del mundo por los dos grandes testigos enviados desde el cielo para predicar a un mundo desinteresado el mensaje de la salvación. El vio el ministerio, asesinato y gloriosa resurrección de ellos de regreso hacia el cielo.
Juan contempló como el Falso Profeta engañaría a la iglesia y la forzaría a la idolatría. Como el Anticristo engañaría la ciudad de Jerusalén y demandaría ser adorado como a Dios.
El vio las armadas del mundo reunirse en el Monte de Megido y entonces volverse unos contra otros para destruirse en la batalla en contra del Rey de Reyes durante la Segunda Venida de Cristo. El vio como Jesús destruía estas armadas y lanzaba al Anticristo y al Falso Profeta dentro del lago de fuego. Y como un solo ángel ataría a Satanás en cadenas y lo colocaba en el abismo. El vio el juicio de las naciones y la separación de las ovejas de las cabras. El observó el establecimiento del Reinado de Jesús en la tierra y reinando como el Rey y establece un perfecto reino de gobierno donde el hombre ha repetidamente fallado. Entonces el vio a Satanás ser liberado de sus cadenas en el abismo y reunir una armada para un último y desesperado intento de derrocar a Dios. A Juan le fue mostrado como esta ultima rebelión sería aplastada y aquellos quienes participaron ser destruidos. El vio entonces, al final, el eterno destino de Satanás quien fue lanzado en el lago de fuego para unirse a sus compañeros para ser atormentados para siempre y siempre.
A Juan entonces le fue mostrada la escena del Juicio del Gran Trono Blanco. Como todos aquellos a través de la historia de la humanidad quienes rechazaron la salvación de Dios fueron traídos a pararse ante El y ser juzgados por su rechazo a El, entonces lanzados dentro del lago de fuego para unirse al trío de bestias que ya estaban allá.
Es en este punto de la revelación que Juan le es dado un vistazo de la eternidad. La nueva Jerusalén y una recientemente creada tierra y cielo, en lugar de la anterior, la cual Dios habrá destruido después de Su Reino Milenial. Esto era más hermoso de lo que Juan pudo describir y más impresionante de lo que podríamos imaginar. El está persuadido de que la visión que el recibió es fiel y que el Señor retornará para inaugurar estos eventos.
Nos ha sido mostrado un futuro que contiene grandes magnitudes de destrucción para esta tierra presente pero nos es dada grande esperanza de una nueva. De principio a fin todo el libro de Apocalipsis no es un final, sino un nuevo comienzo.

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