"Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él" (Mateo 27:19).
Hasta ahora Jesús no ha tenido ni un defensor, ni siquiera de oficio. Los suyos huyen con temor, en la masas no se alza ni una voz, o es acallada rápidamente. El juez ve la inocencia, pero es débil y su sentido de la justicia se tambalea. Y un mujer, la esposa de Pilato va a ser la primera que defienda al reo en aquel juicio.
Hasta ahora Jesús no ha tenido ni un defensor, ni siquiera de oficio. Los suyos huyen con temor, en la masas no se alza ni una voz, o es acallada rápidamente. El juez ve la inocencia, pero es débil y su sentido de la justicia se tambalea. Y un mujer, la esposa de Pilato va a ser la primera que defienda al reo en aquel juicio.
Así habla Claudia: "No te mezcles en el asunto de ese justo; pues hoy en sueños he sufrido por causa suya"(Mt). La sorpresa de Pilato debió ser grande. Es de suponer que en aquellos momentos, ante el curso que tomaban los acontecimientos, tendría serios problemas de conciencia. A la espera de la voz del pueblo, la voz de la conciencia le avisa que estaba jugando con la vida de un inocente. Entonces llega el mensaje de su mujer.
A cualquier marido le ayuda la palabra de una persona de total confianza, como suele ser su esposa. Pero en el caso de la mujer de Pilato tenía más peso aún por la condición social de la que provenía su mujer, ya que Claudia era de familia imperial. Este detalle es importante, pues sus relaciones familiares le confieren una autoridad mayor que si tuviese otro origen. Durante la República se prohibía que las esposas acudiesen con los gobernadores a los lugares de destino; Tiberio cambió la ley y concedió permiso, por lo que Claudia acude con su esposo Pilato, así crece la importancia de su marido en Roma, y eso es muy valioso para un gobernador designado libremente por el emperador. A Pilato le convenía escuchar las opiniones de su esposa con más atención de lo que era usual para otro gobernador.
Prescindamos ahora de la reacción de Pilato para centrarnos en la intervención de Claudia Prócula, o Procla, como se la suele llamar. Un escrito apócrifo -las Acta Pilati- afirma que pertenecía a las prosélitas de la puerta, es decir, a un grupo de romanas que se adherían a la religión judía, aunque no perteneciesen al pueblo de Israel. Una tradición que se remonta al menos hasta Orígenes asegura que se hizo cristiana. ¿Conocía a Jesús antes del proceso? No lo sabemos, pero es muy posible que sí, pues todo Israel tenía conocimiento de su actividad. Quizá acudieron a ella para pedirle ayuda alguna de las mujeres que eran discípulas del Señor al enterarse del prendimiento de Jesús, o incluso antes cuando las intrigas de los judíos se hicieron más peligrosas para el Maestro. Sea como fuere, sus palabras revelan una actitud humana noble y una inquietud religiosa visible.
Claudia fue la única defensora en el juicio humano de Jesús. Su papel parece pequeño, pero es un indicio del valor de la conciencia humana recta y de la valentía y decisión femenina, así como de una posible intervención divina en sus sueños. Veamos con detalle el mensaje.
Afirma con certeza que Jesús es justo. Luego alega un dolor no despreciable en un sueño. En lo primero vemos actuar un juicio, en lo segundo algo que se sale de lo normal. Claudia actúa con conciencia recta, y se da cuenta que su marido juega con la justicia haciendo estratagemas políticos, y ve que con ello está a punto de actuar contra la verdad en el complot contra Jesús. Su conciencia le hace ver la bondad de Jesús y la injusticia que está a punto de cometer Pilato. Por eso hace lo que está a su alcance, y habla a su esposo.
En el juicio de Jesús queda clara la inocencia del Señor. Acusadores y jueces pasan a ser acusados, pues se juzga su conciencia. Los notables de los judíos no creen porque la fuerza de sus pecados resiste la gracia de Dios y el testimonio de Cristo. Pilato permite la condena de un inocente haciéndose responsable ante la ley y ante su conciencia. Claudia es la voz que refleja la fidelidad a la verdad.
Junto al juicio natural de la conciencia de Claudia se da un aviso que parece exceder el orden natural. Se trata de los sueños que han hecho sufrir a Claudia. "He padecido mucho en sueños por su causa"(Mt) dice. Quizá Pilato recordó del aviso de Calpurnia a Cesar en el idus de marzo para que no acudiese al Senado donde fue asesinado por Bruto; es previsible un cierto sobresalto en este hombre, ciudadano de una sociedad llena de supersticiones; pero no hizo mucho caso. La noche del Jueves Santo nada hacía prever que al día siguiente Jesús estaría en el Pretorio siendo juzgado por el juez romano. Parece poco probable que los sueños de Claudia correspondan a una inquietud por los hechos que estaban sucediendo. Es posible un origen sobrenatural en los sueños de la mujer de Pilato, o una inquietud muy grande que le lleva a un sueño inquieto y sobresaltado. Estos sueños son como un aviso sobrenatural que refuerza la actuación natural de la conciencia. ¿Por qué negar a Claudia una intervención divina en cuestión tan importante como era el que los gentiles tuviesen la máxima ayuda en el juicio de Cristo?. Sea como fuere, lo cierto es que Pilato recibió una ayuda considerable para poder actuar con justicia, y la despreció.
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