Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?”
Génesis 17:15-18
Sonrió porque en verdad tenía motivos suficientes para hacerlo. Después de que Sara habia sido una mujer estéril, después de haber esperando muchos años, le llegó el momento de su milagro. Y cuando llega el momento de recibir un milagro que por tanto tiempo se ha esperado, no se puede hacer otra cosa más que sonreír.
Esperar no nos causa gracia, de hecho nos desespera. Muchas veces pensamos que no vamos a lograr ver aquello que tanto ansiamos. Si hubo dos personas que fueron probadas en cuanto a su fe, esos fueron Abraham y su esposa Sara. Pasaban los años, se hacían viejos y pese a eso tenían que creer y confiar en la palabra que les había sido dada. Serían padre y madre de multitudes, aunque Sara fuera estéril, aunque la costumbre de las mujeres había pasado y pese a la edad de Abraham.
Un día recibieron la visita de ángeles anunciándoles una buena noticia. El cumplimiento de lo que tantos años habían estado imaginando y viendo de lejos. Ya no sería una quimera, dentro de 9 meses Sara daría a luz a Isaac, el hijo de la promesa(isaac significa risa), el hijo que traería la alegría al hogar. El hijo que haría que sus padres sonrieran después de tanto llorar.
Y así como a esta pareja, habrá de pasarte a ti y a mí, que después del llanto viene la alegría del Señor. Después de la noche viene la luz del día, después del desierto viene el oasis llenito de agua fresca. Que después de la tormenta viene la calma. Vas a experimentar esa quietud y esa alegría que solo pueden provenir de todo lo bueno que nos da Dios. Por tal razón aunque tardare tu respuesta sigue confiado, porque tal vez el día y el momento en que menos lo imagines o sospeches, Dios te dirá: “llego tu momento, es hora de que recibas lo que por tanto tiempo has esperado”.
Que Dios te bendiga.
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